27 abr 2014

Gantz Nogales: Capítulo II -Un millón de dólares-

[Gantz Nogales]

Adaptación de:
Andrés Lechuga

Capítulo II:
Un millón de dólares

—¿Pero qué mierda es eso? —dijo el narco vestido de blanco refiriéndose al sujeto dentro de la esfera—. ¿Está vivo? —se puso de pie y le picó el cachete izquierdo.
—Echaré un vistazo —pensó Andrés.
Andrés se acercó al lado derecho de la esfera, un poco alejado del narco vestido de blanco.
Entonces apreció más de cerca todo el contenido de la extraña bola; su atención fue atraída por los portafolios, ya que alcanzó a leer su nombre en uno de ellos, lo agarró y justo debajo miró uno con el nombre de su amigo Daniel, se extrañó y regreso con ellos, Giovanni, ya se había tranquilizado un poco.
—¿Qué es eso...? —preguntó Daniel.
—No lo sé, pero tienen nuestros nombres en ellos, seguro habrá otro con el tuyo Giovanni.
Le entregó el suyo a Daniel; Giovanni se puso de pie y se dirigió a la esfera mientras que Ignacio se decidía a aproximarse.
Giovanni tomó su portafolio y una arma larga con mira telescópica .
La pistola era color gris oscuro, parecía de juguete a primera vista, pero al cargarla era bastante pesada, lo que acreditaba la veracidad de su uso para matar.
Andrés y Daniel abrieron los portafolios después de unos segundos de intentarlo, eran raros, del mismo color que las armas, eran cuadrados y con mango curveado, se necesitaba presionar dos botones a los costados para poder abrirlos. Al revelarse, miraron trajes de cuero negro con calzado y guantes, todo dominado por al parecer botones amarillos con trazo de metal plateado.
—Eso... ¿nos lo tenemos que poner? —comentó Giovanni.
—Parece un disfraz... —dijo Ignacio—, que ridículo.
—Pero... ¿por qué siento que ya lo he visto antes....? —pensó Andrés.
Mientras tanto al fondo de la habitación, ambos narcos analizaban las pistolas.
—Basura —despreció el narco de negro—, nada le gana a mi AK-67.
—Sí, son sólo juguetes para niños —dijo el otro.
Antonio, el estudiante de doce años,  se puso de pie y se acercó a Andrés, Daniel, Giovanni e Ignacio.
—Este, disculpen... —dijo con una tímida voz.
Los cuatro mencionados le prestaron atención.
—Ustedes... parecen saber algo, ¿qué pasa aquí exactamente?
—No lo sabemos... —contestó Daniel—, sólo estamos infiriendo un poco, pero no sabemos nada.
Antonio pensó unos segundos y volvió a hablar.
—Está bien, gracias... —se dirigió a la esfera.
—Ya es hora... —dijo Ángela entre dientes.
La única mujer del cuarto se paró, tomó una arma larga, y dos armas chicas, las cuales colocó en dos compartimientos en sus dos muslos.
Entonces la esfera volvió a cambiar mientras emitía un sorpresivo chillido; en la pantalla apareció un contador de una hora hacía atrás que había iniciado ya.
Igual a la manera en que Giovanni apareció en el cuarto, la chica fue desapareciendo.
Todos se quedaron sin palabras, y entonces Andrés miró las manos y pies de la adolecente, era el mismo traje que el contenían nos portafolios.
Sin mirar a nadie, pero sonriendo, ella desapareció; continuaron los narcos.
—¡Daniel, Giovanni, todos, pónganse el traje del portafolio! —gritó, después tomó el portafolio y fue al único pasillo del lugar a ponérselo.
—¿Crees que debamos hacerle caso? —preguntó Ignacio.
—Sí, de algo se dio cuenta, si no fuera algo importante no se lo pondría ni él.
Los narcotraficantes ya se habían marchado, después siguieron Antonio e Ignacio.
—¡No, debo ponerme el traje! —se alarmó Ignacio.
—¡¿Qué está pasando, a dónde iremos?! —gritó Antonio.
Andrés por su lado, estaba en ropa interior tratando de ponerse el traje, pero no encajaba.
—¿Será que debo estar completamente desnudo...? —pensó. Se asomó para ver si alguien venía, esperó unos segundos y entonces quedó como Dios lo trajo al mundo—. ¡Rápido, rápido!
Y la prenda le sentó perfecto, era un traje en cinco piezas, primero una especie de tira-hueso elástica de cuero que iba por debajo de todo, los pantalones, zapatos, una manga-cuello largo que cubría hasta el borde entre cuello y rostro y los guantes.
—Parece que está hecho a mi medida, no está flojo ni aprieta nada... —se dijo.
Entonces corrió de nuevo hacia la habitación principal; Daniel estaba por terminar de colocarse el traje, pero Giovanni y los demás ya no estaban. Y la transferencia inició para ellos.
—¡Rápido, armas! —exclamó Andrés.
Él corrió y tomó dos pistolas chicas, lo que pudo alcanzar a ver, ya que su cabeza ya estaba en otro lado.
—Este lugar es... —se dijo.
La esfera lo transportó al Periférico, una calle principal de la ciudad, cerca de un tianguis, una escuela y varias fabricas, y todos ya estaban en el lugar.
—Oye, Andrés, esto es... —le dijo Daniel—, cerca de nuestra casa...
Andrés, Daniel, Giovanni, Ignacio, Ángela, Antonio y los dos narcotraficantes estaban ahí.
—Creo que podemos pedir un taxi —le dijo el narco de blanco a su compañero.
—Si estamos fuera y vivos, supongo que nos podremos ir... —comentó el otro narco.
—Sí, todo esto debió ser una broma —dijo Ignacio—. Si la gente se entera de que caí en una broma así, mi trabajo en la radio y mi plan de ser una celebridad se irán a la basura —pensó.
—Me iré, mañana tengo que presentar mi examen extraordinario —pensó Antonio.
—Estos tipos no piensan bien —pensó Andrés—, no se dan cuenta de que acaban de ser tele-transportados, ¿quién posee tecnología tan avanzada?
Todos, menos Andrés, Daniel, Giovanni y Ángela comenzaron a caminar para buscar algún transporte.
—Son como las nueve de la noche, debemos tomar un taxi —les dijo Ignacio.
—¡¿Quién dijo que compartiríamos taxi, imbécil?! —amenazó el narco de blanco.
—¡Esperen! —alzó la voz Ángela, captó la atención de todos—. Es de entender que todos se encuentren confundidos, o que les dé igual la situación, pero si se marchan perderán la oportunidad de ganarse el premio por capturar al tipo que apareció en la esfera.
—¿Premio? —dijo el narco vestido de negro—. ¿Qué clase de premio?
—La módica cantidad de un millón de dólares.
Todos se sorprendieron.
—Pero no importa si lo capturan entre todos, una sola persona o dos o las que sean, el premio es para todos los que participen en la captura del sujeto, si se le puede llamar así —explicó.
—¡Eso es grandioso! —pensó Antonio—. Con ese dinero pagaremos las deudas a bancos y mi mamá ya no tendrá que trabajar nunca más —se emocionó.
—Todo eso suena muy bien, pero... ¿quién eres tú? —preguntó Ignacio.
—Soy sobrina del Jefe de Seguridad de Estados Unidos en el estado de Arizona, todo esto se trata de un proyecto especial ultra secreto, el cual tiene planeado eliminar cierto tipo de visitas no permitidas en el planeta tierra, estamos hablando de alienígenas viviendo de manera ilegal en este planeta, y hay hasta en Nogales.
—Debes estarnos jodiendo, mocosa —dijo el narco vestido de blanco.
Ángela sonrió, alzó su brazo derecho que sostenía un arma larga, apuntó a una pared y sin mirar accionó los dos gatillos que tenía la pistola; pasaron unos segundos y la pared estalló en cientos de pedazos.
—Imaginen lo que esto hará al cuerpo del alienígena o al de un humano, esto va en serio. Quienes maten al extraterrestre reciben el millón, tenemos cincuenta minutos, él está aquí.
Ella sacó una especie de radar que mostraba la ubicación de ellos y la del supuesto ser, ni Andrés, ni Daniel ni Giovanni se acercaron a aquel circulo.
—Eso está muy cerca de aquí... —dijo Ignacio.
—Sí, de hecho, es por allá —señaló al Norte—, a unos cinco minutos caminando más o menos, es una nueva colonia que tiene pocos habitantes, ten, tú tendrás el radar —le entregó el artefacto a Ignacio.
El narco vestido de negro se dirigió a donde Andrés y los otros dos, de detrás sacó un revólver y le apuntó en la cabeza.
—Dame esas dos armas raras que tienes, ahora... —ordenó tranquilo.
—Cla-claro, no hay problema... —respondió.
Andrés entró en nerviosismo, alzó la mano izquierda y con la derecha tomó de una a una las dos armas y se las dio al delincuente.
—Gracias... —se marchó—. Ten,  parece que armas comunes no serán suficientes —le dio una a su compañero narco, y sin responder este la agarró.
—Entonces... ¡vamos! —exclamó Ángela, y comenzó a correr directo al lugar del objetivo, los otros la siguieron enseguida.
—¡Casi me da un infarto! —dijo Andrés.
—Te apuntaron con un arma, es de esperarse, pero ya pasó... —intentó calmar Giovanni.
Y unas risas se escucharon al fondo, un grupo de amigas venía caminando hacia donde ellos estaban.
—¡Ellas nos verán vestidos así! —expresó Daniel—, ¡qué vergüenza!
—¡Hay que escondernos! —sugirió Giovanni.
Pero las muchachas los alcanzaron, y estas pasaron junto a ellos como si nada, no les prestaron atención.
—¿Eh, acaso no nos vieron? —preguntó Andrés.
—Deben estar borrachas —supuso Daniel—, vestidos de estos trajes de cuero tan pegados, es seguro motivo de burla, sobre todo de mujeres.
—Sí, parece que nos disfrazamos de alguna caricatura japonesa —comentó Giovanni.
—A todo esto, ¿de verdad creen lo que dijo esa morra? —les preguntó—. Un proyecto de los gringos, ¿en Nogales? Es la ciudad más aburrida de México, debe estar tomándonos el pelo, aunque sí creo que sepa algo de esto.
—¿Por qué lo crees? —preguntó Daniel.
—Porque ella ya tenía puesto este traje debajo de su ropa, por eso les dije que se lo pusieran, no creo que ella se cambiara enfrente o incluso cerca de tanto hombre desconocido, a parte, ahora me doy cuenta de lo tranquila que esta.
—Eres bueno analizando, como siempre... —halagó Daniel.
Andrés se puso en pie.
—Habrá que ir a ver, ¿no? —sugirió Giovanni que siguió a Andrés, Daniel ya estaba de pie.
—Sí, tenemos que saber de qué se trata todo esto, no es normal —comentó Daniel.
Mientras tanto los demás ya habían llegado al conjunto de casas.
—Monte Hermoso Residencial... —leyó Ignacio—. Mi radio esta cerca de aquí... —pensó.
—Aquí es... —dijo Ángela y avanzó—.
Llegaron la casa número veintiséis, tocó a la puerta y se alejó hasta atrás de todos sin que se dieran cuenta.
Y abrieron la puerta; era el ser de la esfera, el supuesto extraterrestre era algo enano, su rostro igual al mostrado en la fotografía de la esfera, cabeza pentagonal color verdoso limón, tenía poco cabello de un verde un poco más fuerte, ojos rojos y grandes dientes blancos, además sus labios se marcaban de color café. Vestía un suéter negro, unos pantalones grises y unos converse blancos.
Mientras tomaba una botella de salsa directa este gemía un "Ahhhhg", y decía entre dientes: "Picante, irritación, picante" repetidamente.
—¿Esto es un  alienígena? —pensó Antonio.
Entonces sorpresivamente el narco vestido de negro lo tomó por detrás apretando sus brazos contra la espalda.
—¡Ya lo tengo, dispárale Gustavo! —se refirió a su compañero vestido de blanco.
—¡Ahhhhg! —gimió el Alien mientras se retorcía para escapar.
El narcotraficante llamado Gustavo le apuntó con la misteriosa arma, la cual tenía una pantalla chica LCD; esta permitía ver los huesos del ser a quien se estuviera apuntando, es decir rayos-x; Gustavo se sorprendió al ver la forma del esqueleto, no era humano, de verdad era un extraterrestre.
El Alien se zafó de la represión del narco, inhaló aire y le escupió en la cara a Gustavo.
Este gritó como nunca en su vida.
—¡Me quema, me quema! ¡Arde, mi ojo izquierdo, estoy ciego!
Se retorció entre pasos mientras que los demás se alejaron impactados haciendo un círculo alrededor.
—¡Ayúdame Manuel, no te quedes ahí! —le gritó a su compañero vestido de negro mientras se tallaba el rostro—, tienes que... —paró de hablar y cayó al suelo.
—¡Gustavo! —corrió hacia él, lo giró colocándolo boca arriba y saltó de sorpresa.
Toda la cara de Gustavo estaba derretida, su piel desintegrada, pocos trozos de musculo se aferraban al cráneo que había quedado al descubierto; los ojos se evaporaron y parte de su cerebro quedó expuesta.
El narcotraficante Manuel vomitó del asco que le había provocado ver eso, y el extraterrestre aprovechó para escapar.
Ignacio, aun espantado por lo que acababa de ver, se armó de valor para ir tras el ser, pero primero tomó el arma de Gustavo. Antonio no pudo más y se desmayó.
—¡Lo que acaba de pasar es grandioso! —se emocionó—, ver como el rostro de ese maldito delincuente se derrite, ¡la emoción que le hacía falta a mi vida! —pensó.
Andrés, Daniel y Giovanni estaban ya cerca de la entrada del residencial, suponiendo que era allí por consejo del último mencionado, decidieron echar un vistazo; y el Alien chocó con Daniel, ambos cayeron, el Alien se colocó de pie rápidamente y comenzó a golpear a Daniel en la cara, le desvió el tabique haciéndolo sangrar.
Andrés le pateó el rostro, lo cual aturdió al extraterrestre haciéndolo caer de nuevo.
—¡Eso es la cosa de la foto! —exclamó Daniel.
Ignacio los alcanzó, y sin decirles nada se dirigió al Alien, lo pateó en la espalda un par de veces y le apuntó con el arma.
—Quizá si aprieto ambos gatillos... —fue interrumpido por el Alien.
Este giró y le escupió en el pecho. Humo le comenzó a emerger del pecho.
—¡Ahhhh! —soltó el arma para tocarse el pecho.
La ropa y la piel fue desintegrándose poco a poco.
Los tres vieron como hasta el tejido muscular desaparecía, y vieron entonces los órganos y huesos, y el corazón, que al ser tocado por el ácido mató instantáneamente al locutor.
Ellos no podían moverse, se quedaron paralizados, no sabían que pensar, que hacer, a donde ir.
El extraterrestre se arrastró para alejarse de ellos, pues aun estaba un poco mareado por la patada de Andrés.

Datos de la Misión:
[Misión: Alien Acido]
Estado actual: En progreso
Participantes: Ocho
Vivos: Seis
Muertos: Dos
Incapacitados: 1
Estado del objetivo: Vivo (incapacitado momentáneamente)
Tiempo restante: Treinta minutos con doce segundos


[Próximo capítulo de Gantz Nogales: Doble ración].

22 abr 2014

Gantz Nogales [Lista de capítulos - Premisa]


GANTZ NOGALES

Historia basada en el manga original de Hiroya Oku:
Gantz.

Cualquier parecido con eventos y/o personas reales es meramente coincidencia.
Esta obra es ficticia y no representa a nada o nadie.

Obra hecha para ocio, sin fines de lucro.

Adaptación de:
Andrés Lechuga


Géneros: Ciencia ficción, Cyberpunk, acción, gore, terror, thriller, drama, psicológico y romance.

[Premisa]
Andrés y Daniel, dos amigos deciden hacer un poco ejercicio después de pasar sus primeros días de vacaciones sentados frente al ordenador, jugando videojuegos, comiendo chatarra y demás actividades sedentarias. Durante su caminata se topan con una niña que está en peligro de morir; desgraciadamente mueren después de rescatarla aplastados por un enorme pedazo de concreto. Seguido, reaparecen en una extraña habitación con otras personas recientemente fallecidas, y con una misteriosa esfera grande color negro en el centro del lugar, a la cual llaman: "Gantz"; está esfera de alguna manera logra salvarlos, y ahora deben pagarle siguiendo sus órdenes. Entonces los dos amigos y los otros miembros de la habitación serán enviados de cacería, a asesinar a alienígenas que viven ilegalmente en el planeta, pero en Nogales principalmente.

Lista de capítulos:

[Primera parte]

Misión:
Alíen Ácido

Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV (Próximamente)

21 abr 2014

Gantz Nogales: Capítulo I -La habitación de la esfera negra-

[GANTZ]
Nogales

Los relatos de aquella habitación.
Los que fueron salvados en el instante exacto; una segunda oportunidad para seguir viviendo.
Pero... ¿a cambio de qué...?

Historia basada en el manga original de Hiroya Oku:
Gantz.

Cualquier parecido con eventos y/o personas reales es meramente coincidencia.
Esta obra es ficticia y no representa a nada o nadie en particular.

Obra hecha para ocio, sin fines de lucro.

Adaptación:
Andrés Lechuga

  
Capítulo I:
La habitación de la esfera negra.

Eran como las seis de la tarde, de un normal mes de mayo. Dos estudiantes de preparatoria, ya liberados de su escuela para disfrutar las largas vacaciones de verano que les aguardaban, se encontraban caminando cerca del área comercial de Nogales. La zona de antros, restaurantes, el centro comercial; que va, diversión para chicos y grandes a todo momento.
No planeaban nada especial los dos amigos, sólo caminaban un poco para pasar el rato, dar una vuelta por el lugar y volver a casa a pie. No había muchos peatones circulando el área, pues estaba casi bloqueada debido a un puente vial que planeaba descongestionar  los embotellamientos que a menudo estresaban a la ciudad.
Sólo tres personas caminando por ahí; los dos amigos, y una chica al parecer de secundaria, pensando en sus asuntos mientras escuchaba música de su celular.
—No sé para que te hice caso de venir a caminar tan lejos, con el solazo que hacía, ya deben ser como las siete de la tarde —dijo uno de ellos, el más alto.
—Vamos, que así hacemos un poco de ejercicio, hemos estado sólo en la computadora apenas iniciaron las vacaciones, no hay que estar tanto tiempo sentados —aconsejó.
—Pero esto es demasiado —renegó—. ¿Daniel, sabes hasta donde vivo, verdad? ¡De punta a punta de este lugar! ¿Al menos tenemos para el camión, no?
—Calma, Andrés —rió—. ¡Claro que sí! —mintió.
Andrés era alto y delgado, de cabello castaño oscuro, piel crema y ojos cafés.
Daniel era es estatura media, delgado, cabello castaño claro, piel crema y ojos oscuros.
Y a lo lejos, se escuchaba un claxon que no paraba de retumbar las calles; a este estruendo le acompañaron derrapes, gritos y uno que otro impacto de carrocerías. De reojo ellos vieron  como un automóvil subía por el inconcluso puente, y en breve otro le siguió. Eran dos troques del año, cuatro puertas, con vidrios polarizados y al parecer blindadas; la primera era blanca y la otra negra.
Al parecer no eran de la ciudad, ya que subieron por un puente que no tenía bajada por el otro lado, así que simplemente ambos autos se estrellaron contra bloques de cemento, y entonces el puente comenzó a temblar, parecía que iba a colapsar.
La estudiante, debido al alto volumen que mantenía en sus audífonos, le fue imposible escuchar todo, así que seguía su camino sin saber nada.
Andrés y Daniel, al estar prescindiendo todo, estaban congelados, una persona moriría aplastada frente a sus ojos si no hacían algo, no podían hablar.
—Ese, ese puente va a... va a caer... —pensó Daniel.
—¿Ella... ella morirá de, de verdad...? —pensó Andrés.
Y arriba, ambos conductores salieron de sus coches y se apuntaron con armas de fuego.
—¡Muévete y te mato, maldito bastardo! —gritó el conductor del auto blanco.
—¡A ver si te atreves hijo de puta, marica, mira que escapar así! ¡Nadie le falla al Patrón, date por muerto! —amenazó el conductor del carro negro.
El concreto se tambaleó más dejando caer polvo y restos pequeños de cemento duro barato.
—Ten-tenemos que hacer algo... Andrés... —Daniel agarró valor.
—¿Qué... qué estás diciendo...? —pensó— ¿Arriesgarme por ella? Una simple chica que no conozco... Podría morir...
—Vamos... —colocó su mano sobre la espalda de su amigo.
—Él... —lo miró—, está temblando... —pensó—. Tiene miedo, y también suda, debe estar más asustado que yo...
Andrés respiró profundamente varias veces, repasó la situación y analizó.
—Vamos a empujarla hasta atrás, es más corto el caminó —dijo temblando aún.
—Bien... —sonrió nerviosamente Daniel.
Ambos empezaron a correr hacia donde estaba la chica, poco a poco pudieron observar. Secundaria Tecina General #12.
—Así que sí es de secundaria, debe estar en segundo, ¿no? —comentó Andrés.
—Sí, parece de esa edad.
Entonces llegaron a ella; Daniel la tomó del brazo y la jaló hacia él, mientras que Andrés la impulsó y se aseguraba del puente. Una parte se empezaba a desprender, en cualquier momento caería.
—¡Ayuda, me secuestran! —gritó la chica—. ¡Policía, policía, ayuda, alguien!
—¡No te estamos secuestrando, te estamos...! —dijo Daniel.
Ella le dio un puñetazo en la cara; Andrés le retiró el audífono y velozmente le explicó que estaba sucediendo.
—¡El puente se va...! —la chica soltó otro golpe, ahora hacia Andrés.
Pero él no la soltó, la agarró de su mochila fuertemente. De arriba cayeron trozos más grandes de cemento y ahora de acero letal.
—¡Debemos darnos prisa, maldición! —pensó Andrés—. ¡Vamos, niña, haz caso! —le gritó.
Daniel se puso de pie y la intentó jalar de nuevo.
—¡Es peligroso, es peligroso estar aquí! —le gritó Daniel.
—¡No, por favor! ¡Déjenme ir, se los ruego!
Un aterrador estruendo distrajo los dos, ya estaba por caer el puente, unos segundos más y este caería sobre los tres.
—¡Andrés, tómala del mismo brazo que yo y lánzala hacia enfrente, a esa tierra! —exclamó.
—¡De acuerdo!
Ambos la tomaron de su brazo izquierdo y la lanzaron sobre el cumulo de tierra.
Miraron hacia arriba, el puente ya estaba derrumbándose.
—¡Corre! —gritó Andrés.
Se dieron media vuelta y corrieron lo más rápido que pudieron.
—No creo lograrlo, soy muy lento, maldita sea, a este paso... ¡voy a morir! —pensó Andrés.
—¡Viviré, viviré, vamos, lo lograré! —pensó Daniel.
Y la desgracia les apareció, tropezaron con una barra de metal en el suelo. Giraron y lo último que vieron fue un color gris maldito, el color del duro concreto, y después oscuridad.
—¿Así que he muerto...? —se dijo Andrés—. No sentí mucho, casi como si sólo me hubiese resbalado... Maldición, mañana tenía un encuentro con amigos... ¿Ya no podré ir?
—Acabó todo... Mi familia, mis amigos, la chica que me gusta... —pensó Daniel—. ¿Tendré que ver esta pantalla negra por el resto de la eternidad?
Y vieron un techo color blanco, aparecieron recostados en algún lugar desconocido.
Se pusieron de pie y se dieron cuenta de que no estaban solos; de alguna forma llegaron a aquel lugar con varias personas más en ella. Siete contándolos a ellos, seis hombres y una mujer. El sitio no era muy grande, tenía tres ventanas a lado derecho, dos puertas a la izquierda, y dos habitaciones detrás.
Y algo extraño, una esfera gigante de color negro en medio del lugar.
Se miraron, trataron de abrir puertas y ventanas, pero no pudieron tocarlas, era como si no estuviese allí, un holograma parecían ser.
—No podemos salir de aquí, ya lo hemos intentado todo, tampoco funcionan celulares —dijo uno de ellos.
Tenía una gruesa voz, era de estatura media, moreno, de cabello oscuro, ojos de igual. Vestía una camisa polo negra con el logo de una famosa radio.
—Mi nombre es Ignacio, soy locutor, ¿podrían presentarse, por favor? Parece que ya estamos todos, su nombre, ocupación y forma en que murieron.
—Este tipo da por hecho que ya hemos muerto... ¿Qué le pasa? —pensó Andrés.
—¿Hemos muerto? —le preguntó Daniel—. Yo me siento bien, no parece eso, estoy muy vivo, eso veo.
—Lo último que recuerdan... ¿qué es...? —planteó.
—Fuimos, aplastados por una barra de concreto... —dijo Andrés.
—¿Lo ven? —dijo el locutor—. Tenemos la teoría de que esto es el Cielo, o el Limbo.
—¡Calla! —le gritó uno del fondo, frente a la esfera—. Pareces maestro, cierra la boca.
Aquel tipo era moreno, de ojos cafés, vestía de ropa vaquera completamente de blanco, al igual que su sombrero que impedía ver su color de cabello, pero sus oscuras cejas lo delataban, y botas verde oscuro de cocodrilo con una calavera de plata en la punta, casi llegando al estilo tribal.
—En realidad soy locutor, ya lo dije...
—¡No me importa!
—Este... ¿si pueden seguir con las presentaciones, por favor...?
—¡¿Me estas ignorando, bastardo?! —se puso de pie.
—Cálmate, no es para que te pongas así.
Su compañero, de vestimenta a color enemigo, negro, le asimilaba en todo, exceptuando lo ya mencionado y sus botas, que eran color rojo y acompañada de la misma calavera maldita.
El de blanco miró un momento a Ignacio y se sentó.
—Como sea... —dijo el tipo de blanco.
—Este... entonces, ¿en qué íbamos...? —señalo a Daniel y Andrés.
—Daniel, 15 años, estudiante de primero de preparatoria, me aplastó un pedazo de cemento, creo.
—Andrés, 15 años, estudiante de primero de preparatoria, lo mismo. De hecho, espero esa chica este bien, ¿verdad? Por ella es que estamos aquí.
—¡Cierto! —recordó.
Y en el lugar de los hechos, la policía levantaba el pedazo del puente con una grúa, mientras varios medios de comunicación cubrían la nota; y uno de estos logró llegar a la niña.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó el reportero.
—Alejandra... —dijo entre lagrimas.
—¿Qué edad...?
—¡No hay nada, Oficial! —comunicó un policía a su superior interrumpiendo a todos.
Alejandra corrió para verificar y al ver que no había nada, ni cuerpos, ni restos, ni una sola gota de sangre, entró en shock y se desmayó.
—Sí... ojalá lo este... —dijo Daniel.
—Ahora... tú, por favor —se dirigió a un chico de junto a la ventana.
—Antonio... 12 años, estudiante de primero de secundaria, me caí de un tercer piso.
—Pero si es sólo un niño... —pensó Andrés.
Traía el uniforme de Secundaria General #21, camiseta polo crema, pantalón rojo y zapatos escolares.
—Bien, ahora...
—Ángela —se adelantó—, trece años, estudiante de segundo de secundaria, me asaltaron y asesinaron.
Ella vestía una camiseta roja y una sudadera oscura por encima, pantalón mezclilla, y usaba algo raro debajo, un traje de cuero de asomaba hasta su barbilla, y se expendía hasta las manos haciendo guantes y a sus pies dándole calzado, Andrés se dio cuenta de eso, pero le ignoró.
—¿Trece años? —pensó Andrés—, se ve mucho más grande, como de dieciséis.
—Bien, creo que ya...
—¿Sí me estas ignorando ahora, verdad? Vamos pregunta, malnacido.
—Sí, sí, claro... ¿us-ustedes son...? —preguntó aterrado Ignacio.
—Somos narcos, es todo lo que diremos.. —contestó el sujeto de negro.
—De acuerdo, ahora...
Un ruido interrumpió al locutor, un láser salió de la esfera apuntando al medio de la habitación. Se movía velozmente mientras que alternaba sus colores a azul, verde y rojo, y entonces una persona apareció poco a poco a ritmo que el láser subía. Era una tele transportación, o como si se estuviera cargando una imagen en un ordenador, algo así parecía. Y entonces el sujeto completo salió, fue reconocido por Daniel y Andrés.
—¡Giovanni! —gritaron al mismo tiempo.
—¿Eh? Andrés... Daniel... ¿Qué hacen ustedes aquí?
—¡Tú también haz muerto! —dijo Andrés deprimido.
—¡¿Morir?! ¿Qué dices? Yo no he...
—¿Qué es lo último que recuerdas...? —preguntó Daniel.
—Pues... estaba en el camión para ir a mi casa,  me bajé y al cruzar la calle un auto... Sí, entonces, estoy muerto... —se tumbó en el suelo a llorar—. Yo no pude... no pude haber terminado así... No...
—Tranquilo Giovanni... No, no pasa nada... —consoló Andrés.
—Sí, vamos a ir todos al Cielo y entonces...
Una canción proveniente de la esfera interrumpió a Daniel y llamó la atención de todos.

"Un nuevo día ha amanecido, un día lleno de esperanza, hay que abrir de nuevo nuestros corazones a la felicidad cuando el cielo sea completamente ágil, junto con el sonido de la radio,  y con poderosos corazones abiertos, ponte de cara al viento; ¡entonces vamos, una, dos y tres!"

Y entonces un mensaje apareció en la esfera: "Casi la riegan, imbéciles".
Todos leyeron el texto en letra verde en la bola.
Y el texto cambió: "Ustedes ya no tienen vida. Ahora tienen una nueva, y el qué hagan con ella, depende enteramente de mí, o esa es la teoría".

—¿Una nueva vida...? ¿De qué va esto...? —dijo Andrés.
—Esto es bastante estúpido... —dijo el narco vestido de negro.

Y la esfera cambió una vez más, esta vez un texto con una imagen a la izquierda:

"Ustedes tienen que salir y asesinar a este tipo"

"Alíen Ácido:
Características: Fuerte, apestoso.
Preferencia: Cosas agrias, comida picante y hacer amigos.
Frase habitual: "Ahhhhg".

Mostraba un ser de cabeza pentagonal color verdoso limón, tenía poco cabello de un verde un poco más fuerte, ojos rojos y grandes dientes blancos, además sus labios se marcaban de color café.

—Esto debe ser algún tipo de broma... —dijo el narco blanco, se puso de pie junto con su compañero.
—¿Estaremos en algún programa de televisión? —comentó el locutor.
Y sorpresivamente la esfera se abrió a los lados y hacia atrás, revelando un increíble arsenal de armas con diseño raro, cañones, armas chicas y misteriosos portafolios, dejando la pantalla del Alien Acido libre. Y dentro, extrañamente, un sujeto calvo y desnudo, pero sin aparato reproductor, se encontraba conectado a la esfera mediante cables y un respirador; se oía inhalar y exhalar al ser.
—¿Es en serio...? ¿Tendremos que asesinar a esa cosa...? —dijo Andrés—. Pero... eso quiere decir que... ¡¿saldremos?! —miró a Daniel.
—Pues, tendría que ser, sino, ¿dónde más lo encontraríamos... creo? —contestó Daniel.
—¿Crees?
—Sí, es que... ¿es esto realidad...? ¿De verdad estamos muertos? Ya que... mira hacia allá —señaló.
Una famosa estatua en la ciudad, un icono cultural. La estatua: "Monumento a la Razón", vulgarmente conocida por "Mono Bichi". El conjunto de figuras, un hombre desnudo matando a una bestia, y al frente un ex-presidente mexicano, Benito Juárez.
Seguían en la ciudad.
—Es verdad... —dijo Giovanni.
—Entonces nosotros... ¿estamos muertos... o...? —se preguntó Andrés.


[Próximo capítulo de Gantz Nogales: Un millón de dólares].