A.O.T
A Otaku Tale
Escrito por:
Andrés Lechuga H.
Capítulo 8:
[Bienvenidos].
[Bienvenidos].
Suzuke se acercó a tocar el timbre, inmediatamente después unos morados
ojos se abrieron iluminando la oscuridad en alguna parte del edificio.
—Kagura... —dijo el OjoRinnegan—. Parece ser que nuestros invitados han arribado... —una sonora voz grave retumbó la habitación.
—Kagura... —dijo el OjoRinnegan—. Parece ser que nuestros invitados han arribado... —una sonora voz grave retumbó la habitación.
—Sí... —contestó Kagura—. Iré a abrir... —dijo con voz seria.
—No... —se puso de pie—. Yo iré....
Y afuera, nuestros héroes desesperados se encontraban.
—Sí... —dijo Kei—. Nos tomó el pelo, de seguro este es un viejo
edificio abandonado que conocía, entonces lo aprovechó para jugarnos esta
broma, nunca confíes en alguien en internet....
—¿Ya viste el número de pisos? —preguntó retóricamente Suzuke—. Sea en
escaleras o en ascensor no se bajan rápidamente... Además Kei, ¿qué haría un
edificio así tan cuidado en medio de la nada?
La cerradura rechinó, varios candados cayeron al suelo y la puerta
abierta dejo ver un oscuro interior.
—Bienvenidos sean... Suzuke... Kei... —dijo el OjoRinnegan.
—¡Bu-buenas ta-tardes! —saludó Kei.
—Buenas tardes... —dijo Suzuke—. Vaya... —pensó—. No sabía que tendría
un gusto tan siniestro, sabía que le gustaba el metal, el rock y el acero
pero... ¿esto?
—¡Suzuke, amigo, finalmente nos conocemos! —se echó sobre Kei.
—Qué... ¿qué pedo? —pensó Suzuke
—¡Ey, no mames! ¡Yo no soy Suzuke! —lo empuja.
Una persona bajita, poco arreglada, pálida, con ojeras, cabello largo
puntiagudo oscuro desordenado, y bastante delgado se mostró, él era el
OjoRinnegan.
—¿En serio? —preguntó mientras se levantaba—. Siempre pensé que Suzuke
era feo, entonces pensé que eras tú... ¿Kei, no?
—¡¿Qué quisiste decir con eso, maldito loquendero de pacotilla?! —lo
toma del cuello de la playera.
—Tranquilo, Kei —los separó—. Hehehehe.... —se sonrojó—. Bueno, Ojo...
Tengo mis secretitos de belleza.
—Tú has de ser muy pinche guapo, ¡cabrón! —insultó Kei.
—¿Con que cabrón, no? Bien... Yo que los quería ayudar a hacer el
vídeo... —dio un paso atrás.
—¡Kei, no seas nena! —lo tomó de la cabeza—. ¡Discúlpate con él! —le
susurró.
—¡No, ni mergas...!
—Estoy a punto de cerrar la puerta, oh, ¡que cabrón que soy! —vaciló.
—¡Bien...! —exclamó, Suzuke lo forzó a hacer reverencia—. ¡Lo siento
mucho!
El OjoRinnegan azotó la puerta, pero la abrió velozmente de nuevo.
—¡Pasen, son bienvenidos! —rió al final.
—Está muy oscuro —pasaron—. ¿No nos vas a violar, o sí? —comentó Kei.
—Oh, ¿eso? —contestó el Ojo—. Es problema de los fusibles...
El OjoRinnegan golpeó la caja de poder varias veces, entonces las luces
de todo el edificio se encendieron.
Fuentes, una recepción, dos ascensores, escaleras, piso impecable,
estatuas y lujosas obras de arte se presentaron.
—¡¡Oye, Ojo!! —preguntó Suzuke—. ¡¡¿Cuánto dinero se supone que ganas
con cada vídeo?!!
—Eso es un secreto... —se acercó al ascensor—. Pero, háganse una idea
viendo todo esto...
Subieron al elevador.
—Este rascacielos tiene exactamente seiscientos sesenta y seis pisos.
De los cuales sólo uso como cinco o seis, no sé que hay en los demás.
—Hijo de su pinche madre... ¿ósea es neta? —pensó Suzuke.
—Con la pasta que le sale por las orejas podría comprar Nogales y
mandarnos a todos a la chingada... —pensó Kei.
Las puertas se abrieron.
—Bienvenidos al piso... Esté... No sé en realidad que número es,
ustedes pasen... Hahaha...
Una cocina, unos sofás, un comedor y un televisor de pantalla plana en
la habitación.
La comida ya estaba servida.
—¡¿Kagura, estas por aquí?! —preguntó en voz alta el Ojo.
—¡Es verdad! —dijo Suzuke—. ¿Vives con tu asistente, no?
—Así, es... Debe estar en otra parte... Como sea... ¡A comer!
—¡Buen provecho! —dijeron los dos.
Pavo, elotes, puré de papa y ensalada para satisfacer el hambre.
—¡Todo esto está muy rico! —agradeció Suzuke.
—No es... —dijo el Ojo.
—¡He vuelto! —anunció Kagura—. ¡Les hice un poco de limonada, espero
sea de su agrado! ¡La hice con mucho amor! —giño el ojo y sonrió al final.
Una chica de cabello azul, voluptuosa, alta, delgada, con ojos rojos, hermosa
y con una linda sonrisa apareció frente a ellos.
Suzuke y Kei escupieron su comida al ver a tal chica.
—¡¿Cómo fue que este mal nacido se consiguió a tal chica?! —pensó
Suzuke.
—¿Qué tan exitoso se puede ser con tan sólo hacer un vídeo de menos de
cinco minutos aventándole a temas que todos odian? —pensó Kei.
—¿Qué sucede, no les gusta la limonada? —se deprimió Kagura.
—¡No, por supuesto, dame un gran vaso, por favor! —gritaron los dos al
mismo tiempo sonrojados.
Y el OjoRinnegan los vio a los dos con una mirada de: ¡Mucho cuidado
con ella, cabrones! Y entonces ambos se asustaron y se calmaron o seguro no les
haría el favor.
La comida terminó y el Ojo fue por su laptop para pasar a trabajar.
—Aquí tienes el USB... —dijo Suzuke.
Entonces el Ojo subió el vídeo a su canal.
—Bien, sólo es cuestión de unos días para que haya una respuesta, no es
como si fuera un tema cualquiera, esto sólo cubre a ciertas personas de un área
específica, habrá que ser pacientes.
—Disculpa las molestias que te causamos... Hehe —se disculpó Suzuke.
—No hay problema, eres mi amigo desde hace tiempo, lo que ocupes...
—Muchas gracias... —agradeció Suzuke.
La noche cayó y Kagura les mostró sus habitaciones de huésped, y al
siguiente día en el desayuno comenzaron a charlar.
—¿Entonces... como fue que llegaron hasta aquí? —preguntó el Ojo
mientras comía HotCakes.
—Con una carrera... —dijo Suzuke—. Partimos más o menos desde el inicio
de la ciudad hasta el final, y de ahí un poco hasta el desierto, porque nos
cansamos, entonces comimos y seguimos caminando tranquilamente...
—Por cierto... —dijo Kei. (Hace rato que no decía nada este cabrón)—.
Al volver tenemos que ser cuidadosos, destruimos gran parte de la ciudad.
—¿Gran parte solamente? —rió el Ojo—. Yo una vez destruí la ciudad de
Encarme, aquí en Sonora.
—No hay ninguna ciudad que se llame Encarme... —dijo Kei.
—Exacto, ya no hay... —dijo riendo—. Y entonces, ¿por qué quieren
exactamente juntar a todos los otakus de su ciudad...?
—Porque... —dijo Kei.
—Porque... —interrumpió Suzuke—. Queremos convenciones, mangas,
cosplay, y demás artículos anime... Y nosotros... ¡seremos de los que manejen
todo, los administradores, todos nos reconocerán y admiraran por eso...! ¡Los
administradores de Otakus de Nogales Sonora! —empezó a sudar motivado.
El Ojo sonrió.
—Espero así sea, les deseo lo mejor... A los dos...
Los días pasaron y el resultado final del vídeo no fue muy... Bueno,
léanlo ustedes mismos.
—El vídeo fue visto dos mil veces... —explicó el Ojo—. Pero mi público
de Nogales es muy poco, en general son de otras partes de Sonora, México,
América y otros países de habla hispana. Siento mucho no poder haber sido de su
ayuda, Suzuke... Kei...
—¿Te estás disculpando? —preguntó Suzuke retóricamente—. ¿Por qué? No
tienes la culpa, hahaha. El vídeo no tuvo éxito, entonces ya veremos que
haremos.
—Bueno, Suzuke... te tengo que decir algo antes de que continuemos con
todo esto... —dijo Kei.
—¿Eh?
—Quería ver si esta vez era diferente, si podrías lograr algo, te veías
siempre tan animado y seguro, que me creí que lo conseguiríamos....
—¿Qué quieres decir...?
—Yo comencé un proyecto otaku antes que tú...
¿Qué tanto dinero tiene el OjoRinnegan? ¿Cómo se consiguió a Kagura?
¿Qué pasará con el proyecto? ¿El OjoRinnegan será entrevistado para MTV Cribs? ¿Qué
hay en las demás habitaciones del edificio? ¿El Ojo y Kagura se darán por las
noches? (amor, digo yo).
Todas esas preguntas con respuesta (otras no) y más en el próximo
capítulo de... A OTAKU TALE
Próximo capítulo: Regreso a Nogales.
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