30 sept 2013

A Otaku Tale [A.O.T.] Capítulo 6 -El ganador es...-

A.O.T

A Otaku Tale

Escrito por:
Andrés Lechuga H.


Capítulo 6:
[El ganador es...]

Les apuntaron con armas, mientras que otros se acercaron para azotarlos contra el suelo y esposarlos.
—¡Al parecer estos son los que han estado causando desastre desde la mañana! —declaró un oficial.
—Si es así... —dijo otro—. Estarán un largo periodo encerrados, mocosos.
Suzuke y Kei se miraron a los ojos (ay, que jotos), diciéndose sin hablar, quien iba ser quien actuaría primero para escapar de los policías, entonces Suzuke giñó un ojo avisando que él se encargaría de empezar. Los subieron a la patrulla para dirigirse al C4.
—¡Nos están atrasando! —pensó Kei—. Apresúrate, Suzuke...
—¡Ustedes! —dijo Suzuke a un oficial.
Los cuatro que iban con ellos en la cajuela voltearon.
—¡Ustedes cuatro! —gritó—. ¿No les han dicho lo homosexuales que se miran al ser policías? Con esos uniformes tan pegaditos y al sostener armas largas todo el...
En ese instante uno de ellos estuvo por noquear a Suzuke, pero este lo esquivo haciendo que se estrellará en el parabrisas trasero.
—¡Aquí! —pensó—. ¡Sharingan! —gritó.
Los ojos de Suzuke cambiaron de cafés a rojos con algunos puntos negros en la iris, y... Bueno, todos saben que es el sharingan, continuemos. Los policías cayeron desmayados. El que se estrelló en la ventana logró salir con ayuda de sus colegas de dentro del auto. Entonces Suzuke rompió sus esposas y estrelló la cabeza del oficial contra el metal de la cajuela dejándolo noqueado. Kei igual se liberó.
—Bien, creo que podremos seguir —le dijo a Suzuke.
—Sí, es hora de...
Kei velozmente colocó sus manos alrededor de su frente, abrió las palmas, sonrió malvadamente y gritó fuertemente.
—¡Taiyoken!
Un destello incandescente cegó a todos en un radio de quinientos metros.
—¡Kei, hijo de puta! —exclamó mientras se tallaba los ojos.
Salió huyendo dejando a Suzuke ciego y en peligro de morir debido al conductor de la troca que claro, también estaba cegado por el momento, pero logró esforzar su vista para librarse, ignoró que se encontraba a punto de volcar, así que simplemente saltó fuera de la cajuela y entre tanto carro parado e abrió paso para continuar.
Kei ya estaba por llegar a la Coca-Cola cuando Suzuke lo vio, aceleró y como jugador de beisbol, se barrió para tumbar a Kei y continuar.
—Hahaha, seguro ese idiota de Suzuke se... ¡Óyeme estúpido! —gritó furioso.
—¡Claro que te oigo! —rió—. Escucho que perderás... ¡Hasta nunca, pendejo!
Suzuke pasó la Secundaria Técnica #3.
—¡Esta carrera es mía! —rió alegre.
Entonces Kei, se levantó con esfuerzo del asfalto.
—Esto se está saliendo de las manos... —pensó.
A lo lejos escuchó venir una motocicleta, calculó el tiempo exacto mediante el sonido de cuando se cruzaría con él, entonces  en un veloz movimiento empujó al motociclista rompiéndole huesos, para tomar su vehículo y seguir.
Suzuke avanzó, pero se detuvo porque de reojo vio al Conalep al fondo en un cerro.
—Ah, mejor le hago un favor a la ciudad... —se dijo disgustado.
Alzó su mano y disparó una bola de energía haciendo estallar la escuela, después reanudó el paso.
El mismo ruido de la moto llamó la atención de Suzuke, pero para cuando volteo, Kei le golpeó en la nuca dejándolo sin conocimiento.
—No... demonios... —pensó Suzuke.
—¡El ganador soy yo! —se dijo.
A los dos minutos el ruido de ambulancias y bomberas despertó a Suzuke.
—Ah, que bien dormí... ¡No espera, estoy a la mitad de la carrera, mierda! —gritó.
En madriza se levantó y aceleró provocando ventiscas huracanadas; mientras a Kei se le había acabado el combustible de la moto en la entrada de Villa Sonora.
—Nah, no me chingues... —dijo—. ¡Arranca, vamos! Bueno, no le estaré rogando.
Dejo abandonado el vehículo, de todas formas ya estaba cerca de la meta.
Kei pasó los hoteles con rapidez y sencillez.
—Soy el ganador, no hay duda alguna...
Y justo a la altura de la UVM, Suzuke apareció en silencio, toma a Kei del brazo derecho y lo lanza al cielo.
—Eh, no mames, ¿qué pedo? —se sorprendió.
Pero Kei no cayó, se mantuvo en el aire.
—¡Oye, habíamos acordado hace tiempo que no volaríamos! —lo señaló.
—Tú lo dijiste cuando me golpeaste cerca de la Chamberlain, nunca pusimos reglas...
Suzuke se enojó, entonces también levitó en el aire.
Una batalla aérea comenzó, se daban golpes en el rostro, estomago, huevos, codazos, rodillazos, abrazos (ay, que lindos) y demás.
—¡Mira, papá, están volando! —dijo y señaló una niña de cinco años desde un auto que iba pasando.
—No, mi princesa, la gente no puede... —se quedó paralizado al verlos.
—¿Papá?
—¡No mames que chingón! —exclamó el papá.
El señor se bajó del carro para empezar a tomar vídeo.
—¡Papá! ¿qué estás haciendo? ¡Hay que llevar a mi abuelita al hospital, se está muriendo!
—¡Veo un túnel! ¿Zapata, eres tú? —dijo la abuela retorciéndose en el asiento trasero.
Entonces Suzuke se percató de que los grababan y cuando tuvo chance, destruyó el celular del tipo con una pequeña bola de energía, pero Kei lo aprovecho para intentar lanzar a Suzuke lejos, pero este se agarró de Kei, los dos giraron y de un empujón se separaron. Se miraron por unos segundos entonces volaron hacia la meta.
—¡Eso acaba aquí, Suzuke, yo ganaré! —le gritó.
—¡Eso es lo que tú crees, perra! —gritó.
Suzuke puso sus manos al frente mientras mantenía el vuelo, las junto y después las hizo un lado posicionándolas de cierta manera, Kei al verlo, hizo lo mismo.
—Kame... Hame.. —dijo Suzuke casi susurrando.
—Kame... Hame... —repitió Kei. (Che, copión).
—¡Ha! —gritaron los dos al mismo tiempo.
Chocaron sus energías causando un temblor momentáneo en la ciudad. La ventaja la tenía Kei, luego Suzuke, luego Kei, después Suzuke y así sucesivamente, hasta que se riñó la cosa. Iban al par, iguales. Y después de varios minutos así, las energía explotaron disparándolos a la misma dirección, polvo y humo surgió a razón del estallido y del choque. (Siente el choque... Choque, choque... Bueno no, sigamos).
—Pero que mierda... —dijo Kei.
—¿Qué ha pasado...? —preguntó Suzuke.
El polvo comenzó a dispersarse, y ambos apreciaron que estaban del otro lado del letrero que decia "Estas saliendo de Nogales, ¡buen viaje! Tu familia te espera".
En ese instante ambos se levantaron de alegría del suelo, hasta lo madreado se les quitó.
—¡He ganado! —exclamaron al mismo tiempo.
—¡No es verdad, yo lo hice!
—¡Que yo lo hice, maldita sea! —se gritaron.

¿Quién habrá ganado en verdad? ¿Cómo es que estos vatos tienen tanto poder mamón?
¿Qué pasará con la abuelita enferma? ¿Nuestros héroes terminarán en el Reclusorio por tanto desmadre? ¿Quién es Zapata?

Todas esas preguntas con respuesta (otras no) y más en el próximo capítulo de... A Otaku Tale.
Próximo capítulo: Perdidos.

25 sept 2013

El problema en el baño [Cuento corto]

EL PROBLEMA EN EL BAÑO

Escrito por:
Andrés Lechuga H.

Ya llevaba media hora ahí encerrado; mi hermano, como diariamente lo hace, practicaba sus trucos de magia encerrado en el baño, claro cuando mamá y papá trabajaban. Pero ahora era mucho tiempo, normalmente tarda veinte minutos, y yo desde hace rato que tengo ganas de ir al baño.
La casa estaba en silencio, sólo se escuchaba la voz de mi hermano mayor gritando: “Desaparécete” una y otra vez, y yo mientras bailaba en el pasillo apretando para no hacer una desvergüenza. Algunos minutos pasaron entonces y mi hermano sorprendido salió del baño, cerró la puerta sin seguro y me dijo: “No entres hasta que yo te diga”. Tomó sus llaves y salió de la casa, esperé hasta que escuchara los oxidados engranes del ascensor para que yo entrara al baño. Rápidamente entré, levante la tapa e hice lo mío. Curioso yo, al ver que todo el material de mi hermano había sido dejado sobre el lavabo, comencé a jugar con él. Fue entonces cuando por culpa del suelo mojado del baño resbalé, gracias a mis reflejos logré sostenerme del tubo de electricidad de los focos, cuando papá los puso dije que se veían fuera de lugar, ya que son muy modernos y nuestro baño es antiguo, además dice que protege la red eléctrica de la humedad. Gracias a Dios que los instalaron. Ya tranquilo me enderecé y noté algo raro, había tirado un par de medicinas del botiquín que esta sobre el espejo. Me paré sobre el lavabo para acomodarlas y de nuevo el agua me traiciona, yo tanto que la quiero y cuido, me exentaron de mi examen final de ecología por un trabajo que escribí sobre el cuidado del agua. Tropecé, iba directo al espejo, creo que este es uno de esos típicos momentos como en la televisión; antes de estrellarme me desmayaré y luego despertaré en el hospital sin haber sentido nada. Aquí viene, ahora sí, ya pasará, es ahora. No sucedió nada, un milímetro separaba a mi nariz del viejo espejo. Un segundo pasó y algo muy extraño sucedió. Mi nariz se hundió en el espejo, como si fuera liquido, lo mismo con el resto de mi cuerpo. Alcancé a escuchar como mis torpes pies derribaron los artículos de belleza de mi mamá, el rastrillo y crema de rasurar de mi papá, los cepillos y demás cosas que estaban sobre el lavabo. Mi mamá me va a castigar severamente, debo arreglar todo ese desastre antes de que ella vuelva de la oficina. Pero primero debía ver en donde había caído. Todo era un tanto diferente, como invertido. Intenté moverme pero mi cuerpo no me obedeció, yo quise ir a la izquierda y me moví hacia la derecha. Que raro, una vez más hacia la izquierda pero a la derecha terminé. Me relajé y pensé las cosas, repasé todo lo que había sucedido hace unos minutos. Entonces entendí, me transporté a otra dimensión, sí, seguramente era eso. Había entrado al espejo, en un mundo alterno estaba yo, así que ingeniosamente me moví hacia la derecha y caminé a la izquierda. De ahí en adelante hice todo lo contrario. Logré abrir la puerta a ligeros tropiezos. Sigilosamente y con cuidado asomé mi cabeza, todo era igual al departamento donde vivo, exceptuando a que todo estaba volteado claro. Escuché como dos personas conversaban, eran dos hombres, quizás era mi hermano de otro universo con mi otro yo. Sería emocionante verme a mi mismo, quizás aquí soy alguien diferente, todo lo contrario a como soy normalmente. Aburrido, amargado, malo para los estudios, con muchos amigos; sí, ese sería mi alter ego. Caminé hacia el cuarto de mi hermano, y ahí estaban, justo como había pensado. Ambos estaban buscando algo, se miraban tensos y nerviosos; la habitación estaba hecha un desastre. Si la mamá de este… No, analizando a mi madre, seguramente la de este lugar es buena onda con sus hijos, no creo que les pase nada si el cuarto esta sucio. Mi risa irónica reveló mi presencia. Los dos (creo que con mi otro yo cuento por uno, ¿o no?). Bueno, gritamos y mi hermano mayor de otro universo gritó: “¿Qué estás haciendo aquí? ¿Cómo fue que entraste?”. Me quedé mudo, no entendía nada de lo que me estaba hablando. Se acercó a mí y de nuevo su alta voz se escuchó: “¿Entraste por el espejo, verdad? No te confundas, soy tu verdadero hermano. Mi otro yo esta en nuestro universo”. Pensé las cosas un poco y le creí, ahora recuerdo, él estaba usando el collar que le había regalado en su cumpleaños. Le di mi confianza y los tres nos dirigimos al baño. Mi hermano tomó la palabra: “Necesitamos la varita para volver, sin ella somos inútiles”. Un buen rato estuvimos pensando, y entonces mi otro Yo sacó algo del gorro de mi chamarra. Era la varita de mi hermano, se debió haber metido ahí cuando resbalé la primera vez. Estaba emocionado, después de meses de alardear, por fin vería a mi hermano en acción con sus magias. Este alzó la varita a la altura de su nariz y recitó: “Un gemelo tengo, se que alguien más como yo hay, alguien que sea mi amigo y a quien le importe, y que todo aquello que sea malo y que me impida verlo se vaya… ¡Desaparécete!”. El espejo comenzó a temblar como agua y a brillar como el sol; los tres felices saltamos hacia el espejo, habíamos vuelto. Ahí sobre la escusado estaba mi hermano mayor alterno, sorprendidos nos observamos, pensaba en cientos de cosas que podría preguntar o hacer con mi otro yo, pero la cerradura de la puerta anunció la llegada de mi madre y el baño seguía siendo un asco. Nos despedimos de nuestros “gemelos” por llamarles con más cariño, el espejo se solidificó de nuevo. No nos deprimimos, sabíamos que está noche iríamos a visitarlos. Iré a distraer a mi madre en lo que mi hermano limpia el problema en el baño. 

23 sept 2013

A Otaku Tale [A.O.T.] Capítulo 5 -Trampas-

A.O.T

A Otaku Tale

Escrito por:
Andrés Lechuga H.


Capítulo 5:
[Trampas].

Kei saltó del techo del Coppel Obregón directo a Suzuke, pero él se oscureció debido al sol que le hacía contra luz. Entonces cuando Suzuke saltó sobre la cabeza sensual de Luis Donaldo Colosio, Kei le impactó un tubo de metal en la espalda, lo que lo sacó volando hasta el frente del Hotel Márquez de Cima. 

Muchos carros frenaron, derraparon y varios chocaron entre sí y con objetos cercanos por culpa del imbécil de Suzuke que no supo evadir el ataque maricón de Kei, quiero decir, sigamos.

—¡Kei, bastardo! —gritó Suzuke en el suelo retorciéndose de dolor.
—Eso fue por el zape en la nuca, ojo por ojo, mi amigo... —rió.
—¡Pero yo no te saqué volando ni te pegué con un maldito tubo! —dijo entre quejidos.
—¡Órale hijos de su pinche madre! —les gritó alguien de lejos.
Varios malandrines en banda se bajaron de sus desmadrados autos para hacérselas de pedo a Suzuke y a Kei.
El jefe tenía aspecto bastante ridículo, unos pantalones flojos que le colgaban, una camiseta que decía SWAG, y una gorra de algún equipo de básquet de los unaiteds (y con etiqueta pegada, al parecer no sabe como despegarlas), era medio chaparro, moreno y con barba, y tenía algunas perforaciones en los pezones. Sus chalanes eran tres, se veían todos iguales, nomás imaginen que con ropa distinta o hasta medio bichis para los más atrevidos.
—¡Me van a pagar el daño de mi auto, me costó mucha feria, pinches morros pendejos! —gritó el jefe.
—¿Ese pinche Jetta 95? —pensó Suzuke.
—Una lata de jalapeños de La Costeña cuesta mucho más que ese pedazo de hojalata —pensó Kei.
—¡Hahaha!, ¿apoco sí, pendejos? —les gritó Suzuke burlándose—. No saben con quién se meten, mejor váyanse a perrear o algo.
—¿A poco creen que unos morros como ustedes todos pendejos nos vencerán? —presumió el jefe de la bandita súper malvada de malandrines—. ¡Sobres, a putearlos! —ordenó.
Los súper malotes sacaron bates y palos de fierro de su ya más jodido auto para madrear a Suzuke y a Kei.
—¡Tenía ganas de tirar golpes! —dijo Suzuke mientras se ponía de pie—. Qué bueno que llegaron estos babosos o si no te hubieran tocado los míos... —tiró puñetazos al aire después de chocar sus propios puños.
—Lo mismo digo... —dijo Kei sospechosamente—. Por cierto, ahí vienen más atrás, yo me encargaré de ellos, ¿va? —sugirió.
—¡¡De acuerdo, amigo!! —exclamó Suzuke emocionado.
En cuanto los malandros estaban a unos centímetros de Suzuke, este caminó hacia ellos para colarse en medio, entonces estos iniciaron con los golpes con sus tubos y bates. Fue fácil evadirlos, y en un descuido de ellos, volaron puños y patadas dejando noqueados a los malandros.
—He acabado, Kei, supongo que tú igual... ¿no? —preguntó.
Él miró atrás y no vio a Kei por ningún lado, más que la silueta de polvo que dejó formando su cuerpo (no sé cómo pasó eso pero estuvo chido,  así como en las caricaturas).
—¡Ese maldito me engañó! —gritó—. ¡¡Ah!! ¡¿Cómo pude ser tan imbécil?! —se preguntó—. El maldito ya debe ir camino a China... Bueno no, pero si a medio camino...
Echó un ojo al rededor y vio un Mustang abandonado, se dio cuenta de que era de una persona que se bajó a ayudar a los malandros heridos.
—Siempre quise conducir uno así... —se dijo alegre.
Mientras tanto Kei, ya iba pasando el Burger King del Greco.
—¡Ese ingenuo de Suzuke se la tragó completita! —se dijo—. A veces es fácil de engañar...
Por si las dudas, miró hacia atrás, no había ni una señal, entonces pasó el KFC, y observó que un auto venía a toda velocidad.

—Ese carro viene en madriza... —pensó—. Mejor tengo cuidado...

Y era obvio, adentro iba Suzuke, ¿quién más?
—Veamos como sales de esta... Kei... —Suzuke aceleró.
Rebasando y volcando autos, Suzuke se fue abriendo paso para llegar.
—¡Ay, no mames, ahí viene! —pensó Kei cagadismo.
Él apresuró el pasó lo más que pudo en ese momento, pues se encontraba algo lastimado de pasados golpes durante la carrera.
—Un momento... —pensó—. Suzuke es capaz de robar un coche, ese bastardo haría lo que fuera por ganarme... ¡No lo dejaré! —gritó
Ya estaban muy cerca uno de otro, y con disimulo Kei fue bajando la velocidad poco a poco, mientras que Suzuke daba a todo gas, entonces cuando se encontraban a varios metros, Kei saltó hacia atrás cayendo sobre el auto; rompió el quema cocos confirmando que se trataba de su competencia en esta carrera.
—¡Lo sabía! —lo señaló—. ¡Eras tú!
—¡Obvio! —gritó Suzuke—. ¡¿De quién más se trataría, pedazo de ojete?!
—¡Oye, ese era mi dialogo!
Y ambos pasaron la Macro Plaza.
Suzuke comenzó a agitar el carro para despegar a Kei.
—¡Quítate de encima, molestas!
—¡No, tú bájate, estás haciendo trampa! —reprochó Kei.
—¡Eso ni siquiera estaba en el libreto, es más, es del capítulo pasado!
—¡Ya!
—¡Me harté!
Suzuke ladeó el carro al lado izquierdo al mismo tiempo que Kei lo hizo al lado derecho, lo que provocó una acción ilógica en el orden fijo de todas las cosas en el universo, así que en vez de destruirse, esta acción fue asimilada como un salto muy mamón, y ambos con todo y coche fueron a estrellarse a la verga con el Office Depot, que llevaba poco tiempo de operación.
—Muy bien empleados... —dijo el jefe del Office Depot—. En los pocos meses que llevamos aquí, ningún accidente se ha presentado. No ha habido daño en la mercancía, herramientas de trabajo, a la estructura del negocio o empleados, o peor aún, clientes lastimados, porque igual ustedes no importan, un cliente se lastima y nos echan a la PROFECO, no mamen. En fin, ¡quiero premiarlos a todos con un viaje a Puerto Peñasco y con un aumento del 30%!
Y en ese mismo instante, con medio segundo de diferencia entre que el jefe dejará de hablar y que los empleados asimilaran como andaba ese pedo, el Mustang entró por el techo del Office Depot, disparando a Suzuke y a Kei a lados distintos, y el carro sin conductor se impactó al fondo en la salida de emergencia.
A los pocos segundos Suzuke volvió en sí, todo lastimadito y adolorido, sangrando se levantó con mucho esfuerzo.
—¡Ah, pinche Kei! —escupió sangre—. Siempre la tiene que cagar en algo...
Suzuke miró el desmadre que habían hecho, junto con los empleados furiosos, una explosión brotó al fondo.
—A la madre, eso estuvo genial... —se da una cachetada—. ¡No, nos tenemos que ir!
—¡La policía ya viene, no dejen que escape! —ordenó el jefe.
—¡La chota! —repitió—. Nos temeos que pelar, ¡ahora! —se dijo.
Salió corriendo por la tienda para buscar a Kei.
—¡¡¿Dónde estás, Kei?!! —gritó.
Entonces el Mustang estalló.
Deslizándose entre corredores, con esfuerzo al fondo, bajo algunos cuadernos de Hello Kittie encontró al inconsciente Kei.
—¡Despierta! —lo sacudió.
Gritó y le sacudió varias veces, hasta que con un cachetadón reaccionó.
—¡Eso dolió! —gritó.
—Vale madres eso wey, ¡nos tenemos que ir, la chota ya...!
—¡Manos arriba y patas a la barriga! —gritó un policía.
—Sí... eso... —dijo Suzuke.
—¡Levántense! ¡He dicho manos arriba! —gritó de nuevo.
Una gran cantidad de policías llegó al llamado de auxilio de la nena del jefe del Office Depot, que no aguanta nada, bueno sigamos con la historia.
—Suzuke... —susurró—. No hagas ninguna de tus babosadas, esto es serio...
—Lo mismo para ti... Ah, espera no puedes... —dio una fuerte palmada a Kei en la espalda, le dolió hasta el alma.

¿Cómo lograran salir de esta nuestros héroes? ¿Qué pasará con el aumento y el viaje a Peñasco? ¿Pondrán en peligro de nuevo la lógica del universo? ¿Quién mató a Colosio?

Todas esas preguntas con respuesta (otras no) y más en el próximo capítulo de... A Otaku Tale.
Próximo capítulo: El ganador es...

22 sept 2013

Apocalipsis en la Ciudad de los Nogales [ACN] -Capítulo 3-

Apocalipsis en la Ciudad de los Nogales
Escrito por:
Andrew Latuk


Capítulo III:
Rutas.

Detuvo su veloz paso a media calle, para mejor caminar, debía guardar energías para algo más importante. Casi arrastrando los pies con lentitud, apenas y parecía que Alexan se movía, volteaba ocasionalmente hacia atrás para mirar su hogar preguntándose si se mantendría intacta al regresar.
—Espero y nadie se dé cuenta de que la casa está completamente sola... —pensó.
Apresuró un poco el paso entonces, a diferencia del lado izquierdo de su colonia, sus vecinos de los Pimas se encontraban afuera en la calle, pero por miedo al reciente temblor, ya que no confiaban en la estructura de su vivienda.
Saludó a algunas personas brevemente, subió algunas escaleras y se asomó al Periférico.
Una extraña nube de tierra y polvo bloqueó completamente la visibilidad hacia el sur, del otro lado una larga línea de carros que venían del norte estaban estacionados con sus dueños furiosos fuera hablando entre ellos.
—¡No ve voy atrever a cruzar esa nube! —exclamó uno.
—¡Yo tampoco, no se ve nada! —comentó otro.
—Los que vienen del otro lado, ¿alguno no habrá comprado algún ventilador? —sugirió un anciano.
—No creo que podamos disipar esto con un simple ventilador, además ¿dónde sugiere usted conectarlo? —dijo un joven.
—¡Eh, pero no me hables así tú, mocoso igualado!
—¡No estoy siendo irrespetuoso, usted fue quién lo tomó mal!
El terco anciano tomó su bastón y golpeo al joven varias veces en la cabeza hasta el hijo lo detuvo, entonces el joven furioso se lanzó sobre el adulto mayor.
—¡Tranquilos los dos! —ordenó el hijo al internar separarlos.
—Ya inició el conflicto... —se dijo Alexan mientras se alejaba—. Creo que el temblor sacudió un poco a los cerros, eso es todo. Avanzaré por la orilla con mucho cuidado, y me iré introduciendo con cautela.
Cuando con dificultad pudo ver que estaba por llegar al punto que quería sintió un bloqueo desde sus pies. Extrañado pateó aquello desconocido, se agachó y con sus manos tocó.
—Es tierra... —se dijo.
Entonces una potente ventisca seguida de un mini temblor lo tumbaron al suelo.
—¡¿De nuevo?! —pensó.
Apenas y pudo mantener los ojos entrecerrados por el viento que le forzaba a cerrarlos.
Ya acabado ese momento, se puso de pie mientras tosía un poco, se talló los ojos y se asombró al mirar aquello que le bloqueaba el paso.   
Los dos cerros que rodeaban el Periférico estaban completamente derrumbados.
Y por el reciente nuevo temblor, de medio cuerpo para abajo, Alexan quedó enterrado por rocas y tierra. Con sus dos brazos se apoyó para salir; lo consiguió, pero al pisar resbaló torpemente y cayó lejos del derrumbe golpeándose ligeramente la cabeza.
—¡Ay, chingada madre! —gritó mientras se sobaba en el suelo.
Al cabo de unos segundos que duró el dolor, se paró de nuevo, se sacudió y enderezó, pero los ojos casi le botaron de sus cuencas al ver algo sólo visto en caricaturas de comedia, fotos y vídeos. Algo que nunca creería ver incluso estando en esa situación; la figura de un hongo atómico en el horizonte. La única nube a la cual no le podrías sacar otra forma por más imaginación que poseyeras.

[¡Corte informativo!] -Para tu supervivencia en el apocalipsis-.
Toma de tu casa todo lo que consideres como un potencial de arma de defensa personal.
Cuchillos, rompe botellas de vidrio a la mitad y frascos por igual, palos de escoba y herramientas de jardinería pueden servir también. Ingéniatelas, y mantente lo más adentrado que puedas a tu morada, no dejes de vigilar puertas y ventanas.

—Por allá esta Tucson... —se dijo—. Por allá esta... Tucson... —repitió.
Impactado cayó de rodillas, pero el ruido de los conductores atascados le hizo volver en sí. Ellos al mirar el deslave decidieron ir por otro camino hasta su destino.
—Todo está acabando, poco a poco todo irá consumiéndose por esos malditos hongos... Pero, seguiré adelante... —pensó y se puso de pie.
Entonces aceleró el paso.
—Bajaré hacia el Bulevar del Ensueño, entonces tomaré camino hacia la Vázquez y seguiré hacia la Obregón para desviarme a la Tecnológico y llegar hasta donde está la novia de Darío —pensó—. Sí, ese parece un buen plan.
Bajó la desviación Periférico-Bulevar del Ensueño-Vía Pax, y dio pie al este.
Desde ese punto de vista, lagrimas escapaban de sus ojos empujadas por su sentimiento y a la vez por el viento mientras corría. Ya que se veía como las casas en los cerros que a diario veía, ya no estaban más de pie. A duras penas escombros logro ver, pero de otras no se vio rastro. Y por igual, algunas viviendas que no estaban sobre cerros, caídas a línea de calle. Vecinos que no conocía, pero que muy seguido veía sentadas en sus pórticos, banquetas, entrando a sus casas.
Se enfocó e ignoró aquello, no podría dejar que nada le ganase. Excepto su condición física; no era gordo, pero no solía practicar deportes ni ninguna actividad de ese tipo, por lo que rápidamente se cansó, así que sin parar simplemente continuó caminando tranquilamente.
—Tantas papas y soda no me hicieron bien... —dijo entre respiraciones—. Pero al menos, disfruté bien de todos esos antojos —abrió su mochila y sacó una botella con agua.
Como si no hubiera bebido agua en días, succionó el liquido hidratante sin considerar las contadas provisiones que poseía. Se relajó unos minutos y reanudó su recorrido, y al cabo de unos minutos entre miradas al rededor de tristeza, vio el conjunto habitacional Multifamiliar destruido, vio la calle destruida, abierta dejando ver el drenaje, letreros y espectaculares caídos y más cerros desechos. Y del otro lado de la calle, corriendo a lado contrario a él, una chica. Vestía pantalón de mezclilla pegado, una camisa de tirantes roja y unos tenis. Era cabello castaño oscuro, de ojos verdes, de nariz chica y algo baja de estatura, y aparte, unas cuantas manchas de sangre en su cuerpo y ropa resaltaron.
 Los pies de Alexan no se detuvieron, pero su cabeza y ojos se mantuvieron fijos en aquella chica.
—Sin duda... —pensó—. No hay error, es... ella... Jimena.

Fue como si la vida se hubiese alentado para Alexan, no podía creer que ella, que justamente ella estuviera ahí en ese momento. Así que haciendo un lado su objetivo cruzó la calle sin mirar a los lados para acercarse a hablarle.

16 sept 2013

A Otaku Tale [A.O.T.] Capítulo 4 -Carrera-

A.O.T

A Otaku Tale

Escrito por:
Andrés Lechuga H.

Capítulo 4:
[Carrera].

—Bien, entonces en media hora iré a tu casa para empezar el plan, ¿de acuerdo? —envió Kei.
—¡Sí! :D
Tres horas después.
—Pasa, Kei... Pero si que llegas muy puntual —dijo Suzuke.
—Hahaha, perdón, es que me perdí en el sendero de la vida.
—Ah... Sí, claro... —le dijo—. Sabrá que estaba haciendo, es ridículo, vive atrás de mi casa, seguro estaba viendo hentai... —pensó—. En fin, entonces ¿cómo haremos que el OjoRinnegan acepte hacer este favor?
—Hace tiempo me dijiste que lo habías agregado a MSN, ¿verdad?
—Así es...
—Es cuestión de empezar a platicar con él, es de Sonora, seguro nos hará el favor.
—Bien, empieza... —indicó Suzuke.
—¡Hola! —escribió Kei usando el MSN de Suzuke.
—¡Suzuke, cuánto tiempo! ¿Cómo has estado? —envió ElOjoRinnegan
— Sí, ha pasado el tiempo, y he estado muy bien, gracias, ¿y tú?
—Bien también, acá haciendo un guión para un nuevo vídeo.
—Parece ser que sí es buena onda... —dijo Kei.
—Te dije... —comentó Suzuke.
—¡Genial! Ya quiero verlo. Oye, Ojo... —escribió Kei.
—¿Sí, dime?
—Veras, no sé si puedas ayudarnos con algo. Te queremos pedir un favor...
—¡Claro que sí, Suzuke! Tú dime, ¿qué necesitas?
—También es buena persona —comentó Suzuke sonriendo.
—Supongo que tú sabrás que soy de Nogales, lo que pasa es que un amigo y yo estamos empezando un proyecto llamado Otakus de Nogales Sonora. En donde reunimos pues, a los otakus de la ciudad, pero no está yendo muy bien que digamos. Así que nos preguntábamos si tú podrías subir a tu canal un vídeo que nosotros hicimos para llamar a los otakus de la ciudad, si tienes tiempo por su puesto.
De los momentos más tensos para Suzuke y Kei, sí, porque habrá más, si no sería una porquería de historia.
Entonces, ElOjoRinnegan envió un raro código:
—Tengan: @29.099133252332514,-110.18142879009247 —escribió.
—¿Qué es eso? —envió Kei.
—¿Algún virus? —dijo Suzuke.
—Coloquen eso en Google Maps, es la ubicación de donde vivo. Traigan su vídeo a mi edificio y lo subiré. Y como queda lejos de Nogales, son bienvenidos a quedarse a descansar lo que quieran.
—¡¿De verdad?! —gritó Suzuke emocionada como toda una nena.
—Vamos, no podemos hacer eso, no queremos molestarte —envió Kei.
—No hay pedo, morros. Con gusto, porque son de Sonora, otakus y por ver mis vídeos, hahaha.
Suzuke y Kei se miraron a los ojos para pensar, entonces sin decirse nada, decidieron ir.
—De acuerdo, muchas gracias, haya estaremos en unos días.
—Bien, los esperare ansioso.
—Pero aun no sabemos dónde, vive, coloca el código en el Google Maps ese —ordenó Suzuke.
—Bien, bien, ya voy...
Kei copio y pego el código, y la ubicación apareció.
—¡¿Hasta allá?! —gritó Suzuke.
—¡Es imposible que viva en medio del desierto de Sonora, seguro nos está vacilando y en realidad es un loquendero soberbio al que se le subió la fama a la cabeza.
—Yo ya sabía que vivía en medio del desierto.
—¡¿En serio?! D: —exclamó Kei.
—Sí, pero no tan lejos —dijo—. Igual, iremos, ¿no?
Kei lo pensó por un instante, pero no había de otra, igual, no es como si tuvieran algo más importante que hacer.
—Está bien, iremos... —dijo amargado.
—¡Yey! —gritó Suzuke—. Partiremos en dos días, hay que descansar para estar activos.
—Hace mucho que no los uso, ¿de verdad podremos? Deben haber desaparecido.
—Pues sí, eso nunca desaparecerá por completo, además no tenemos auto así que iremos caminando hasta allá —explicó Suzuke.
—Bueno, hasta dentro de dos días.
Una semana después.
Se encontraban bajo el puente peatonal de los Pimas, a los costados de los divisores de carriles del Periférico.
—Creo que ambos dos deberíamos cumplir con nuestra palabra, ¿no crees, Suzuke? —dijo Kei.
—Sí, pero resultó mejor. ¡Conseguí estas asombrosas capas con capucha para vernos vergas!
—Creo que nos veremos bien estúpidos, todos se reirán de nosotros.
—No lo creo, al menos no después de que nos vean en acción, y por eso mismo, ¿qué tal si hacemos esto un poco más interesante, Kei?
—¿A qué te refieres? —preguntó.
—Una carrera, de aquí hasta el final de Nogales, el primero en llegar, obviamente va a ganar.
—¿Y qué?
—Y ya wey, no hay premio...
—Como sea ¬¬ —dijo Kei.
Entonces se colocaron sus capas con capucha, atrás un logo decía: "Otakus de Nogales Sonora", se pusieron sus mochilas con provisiones dentro y subieron su gorro.
—¿Listo...? En sus marcas... Listos...
La basura de los cochinos del Pima fue arrastrada por el viento haciendo el momento más chido.
—¡Ya! —gritó Suzuke.
Ambos arrancaron corriendo a toda velocidad provocando increíbles ventiscas que afectaban a los conductores. Los de la parada del camión, los del Oxxo, y alguno que otro metiche que se asomaba por la ventana quedaba impresionado al ver tal velocidad proveniente de humanos.
Kei tomó con facilidad la ventaja, saltó por encima del reten de chotas del periférico, voltio hacia a tras para verle la cara a los policías cuando vio a Suzuke a un lado suyo, a su igual; así se mantuvieron luchando reñidamente hasta llegar al Tianguis Canoas, pasaron el Auto Zone y la Pemex de junto. Suzuke dio un brinco y se deslizo por el barandal morado de la maquiladora BD Medical, la reja estaba por acabar, entonces saltó y observó que un carrito de Sabritas venía, aprovechó que tenía un tubo salido para agarrarlo, dar varias vueltas y salir impulsado hacia delante rebasando a Kei rápidamente.
—¡Oye, eso no se vale, tramposo! —le gritó Kei.
—Hahahaha, nunca pusimos este tipo de reglas, así que se vale... —dijo Suzuke entre carcajadas, después le sacó el dedo y la lengua a Kei.
—Con que en esas estamos... —Kei aceleró el paso.
Suzuke cayó al suelo, y por medio segundo entre el toque de sus pies con el asfalto se ayudó para darse impulso y seguir. Entonces apreció que Kei estaba sobre un carro, relajado por no correr.
—¡Ahhhh! —gritó Suzuke.
—¡Hasta luego, pobre pendejo! —le gritó Kei burlándose.
—Maldito, bueno. Intentaré rebasarlo sin ayuda de autos... —pensó.
Miró alrededor y vio que alguien estaba por abrir un RedBull mientras manejaba.
—¡Eso es!
Suzuke corrió directo al tipo, arrancó la puerta de su camioneta, lo golpeó en la geta y de robó el RedBull.
A penas y se pudo escuchar un: "Eh, pendejo" de parte de la victima ya que este se estrelló.
—Dicen que esta cochinada te da alas, veamos si es verdad... —se dijo.
Suzuke bebió y entonces sintió un impulsó de energía asombroso, arrojó la lata aplastada y siguió su camino.
Mientras tanto Kei ya había pasado la Chamberlain y una tienda de cambio junto a esta, muy tranquilo sobre el mismo auto.
—Ese wey ya no está por aquí, parece que he ganado...
Detrás aparece Suzuke dándole un zape glorioso, un zape genial a Kei en la cabeza, esto lo desbalancea y lo deja colgando del techo del auto.
—Suzuke no seas mamón, ya la neta. Te pasaste, ayúdame —dijo Kei asustado.
—¡Claro... Que no! —rió—. Ahí te ves, si es que sobrevives —se alejó a toda velocidad.
El semáforo tocó rojo, Kei aprovechó que el automóvil paró para bajar e idear un plan.
—¡Ya sé que haré! —se dijo.
Kei saltó por detrás de un vivero junto a la Chamberlain.
Suzuke ya iba en la plaza Galería Norte, saltó en el techo del Papa Jonhs hacía delante para llegar al Coppel Obregón, y entonces sobre este, Kei estaba parado con algo largo y duro en las manos (no piensen mal babosos). Saltó directo a Suzuke, pero su persona se oscureció ya que el sol lo opacó.

¿Kei atacará a Suzuke? ¿Qué tanto desmadre habrán hecho en la ciudad? ¿Por qué los del auto no se dieron cuenta que Kei estaba encima? ¿Cuántos pondrán ese código en Google Maps? ¿Qué se fumaran para escribir esto? ¿El tipo del RedBull comprará otro o se quedará con las ganas?

Todas esas preguntas con respuesta (otras no) y más en el próximo capítulo de... A Otaku Tale.
Próximo capítulo: Trampas.