Apocalipsis en la Ciudad de los Nogales
Escrito por:
Andrew Latuk
Capítulo III:
Rutas.
Detuvo su veloz paso a media calle, para mejor
caminar, debía guardar energías para algo más importante. Casi arrastrando los
pies con lentitud, apenas y parecía que Alexan se movía, volteaba
ocasionalmente hacia atrás para mirar su hogar preguntándose si se mantendría
intacta al regresar.
—Espero y nadie se dé cuenta de que la casa está
completamente sola... —pensó.
Apresuró un poco el paso entonces, a diferencia del
lado izquierdo de su colonia, sus vecinos de los Pimas se encontraban afuera en
la calle, pero por miedo al reciente temblor, ya que no confiaban en la
estructura de su vivienda.
Saludó a algunas personas brevemente, subió algunas
escaleras y se asomó al Periférico.
Una extraña nube de tierra y polvo bloqueó
completamente la visibilidad hacia el sur, del otro lado una larga línea de
carros que venían del norte estaban estacionados con sus dueños furiosos fuera
hablando entre ellos.
—¡No ve voy atrever a cruzar esa nube! —exclamó uno.
—¡Yo tampoco, no se ve nada! —comentó otro.
—Los que vienen del otro lado, ¿alguno no habrá
comprado algún ventilador? —sugirió un anciano.
—No creo que podamos disipar esto con un simple
ventilador, además ¿dónde sugiere usted conectarlo? —dijo un joven.
—¡Eh, pero no me hables así tú, mocoso igualado!
—¡No estoy siendo irrespetuoso, usted fue quién lo
tomó mal!
El terco anciano tomó su bastón y golpeo al joven
varias veces en la cabeza hasta el hijo lo detuvo, entonces el joven furioso se
lanzó sobre el adulto mayor.
—¡Tranquilos los dos! —ordenó el hijo al internar
separarlos.
—Ya inició el conflicto... —se dijo Alexan mientras se
alejaba—. Creo que el temblor sacudió un poco a los cerros, eso es todo.
Avanzaré por la orilla con mucho cuidado, y me iré introduciendo con cautela.
Cuando con dificultad pudo ver que estaba por llegar
al punto que quería sintió un bloqueo desde sus pies. Extrañado pateó aquello
desconocido, se agachó y con sus manos tocó.
—Es tierra... —se dijo.
Entonces una potente ventisca seguida de un mini
temblor lo tumbaron al suelo.
—¡¿De nuevo?! —pensó.
Apenas y pudo mantener los ojos entrecerrados por el
viento que le forzaba a cerrarlos.
Ya acabado ese momento, se puso de pie mientras tosía
un poco, se talló los ojos y se asombró al mirar aquello que le bloqueaba el
paso.
Los dos cerros que rodeaban el Periférico estaban
completamente derrumbados.
Y por el reciente nuevo temblor, de medio cuerpo para
abajo, Alexan quedó enterrado por rocas y tierra. Con sus dos brazos se apoyó
para salir; lo consiguió, pero al pisar resbaló torpemente y cayó lejos del
derrumbe golpeándose ligeramente la cabeza.
—¡Ay, chingada madre! —gritó mientras se sobaba en el
suelo.
Al cabo de unos segundos que duró el dolor, se paró de
nuevo, se sacudió y enderezó, pero los ojos casi le botaron de sus cuencas al
ver algo sólo visto en caricaturas de comedia, fotos y vídeos. Algo que nunca creería
ver incluso estando en esa situación; la figura de un hongo atómico en el
horizonte. La única nube a la cual no le podrías sacar otra forma por más
imaginación que poseyeras.
[¡Corte informativo!] -Para tu supervivencia en el apocalipsis-.
Toma de tu casa todo lo que consideres como un
potencial de arma de defensa personal.
Cuchillos, rompe botellas de vidrio a la mitad y
frascos por igual, palos de escoba y herramientas de jardinería pueden servir también.
Ingéniatelas, y mantente lo más adentrado que puedas a tu morada, no dejes de
vigilar puertas y ventanas.
—Por allá esta Tucson... —se dijo—. Por allá esta...
Tucson... —repitió.
Impactado cayó de rodillas, pero el ruido de los
conductores atascados le hizo volver en sí. Ellos al mirar el deslave decidieron
ir por otro camino hasta su destino.
—Todo está acabando, poco a poco todo irá consumiéndose
por esos malditos hongos... Pero, seguiré adelante... —pensó y se puso de pie.
Entonces aceleró el paso.
—Bajaré hacia el Bulevar del Ensueño, entonces tomaré camino
hacia la Vázquez y seguiré hacia la Obregón para desviarme a la Tecnológico y
llegar hasta donde está la novia de Darío —pensó—. Sí, ese parece un buen plan.
Bajó la desviación Periférico-Bulevar del Ensueño-Vía
Pax, y dio pie al este.
Desde ese punto de vista, lagrimas escapaban de sus
ojos empujadas por su sentimiento y a la vez por el viento mientras corría. Ya
que se veía como las casas en los cerros que a diario veía, ya no estaban más
de pie. A duras penas escombros logro ver, pero de otras no se vio rastro. Y
por igual, algunas viviendas que no estaban sobre cerros, caídas a línea de
calle. Vecinos que no conocía, pero que muy seguido veía sentadas en sus pórticos,
banquetas, entrando a sus casas.
Se enfocó e ignoró aquello, no podría dejar que nada
le ganase. Excepto su condición física; no era gordo, pero no solía practicar
deportes ni ninguna actividad de ese tipo, por lo que rápidamente se cansó, así
que sin parar simplemente continuó caminando tranquilamente.
—Tantas papas y soda no me hicieron bien... —dijo
entre respiraciones—. Pero al menos, disfruté bien de todos esos antojos —abrió
su mochila y sacó una botella con agua.
Como si no hubiera bebido agua en días, succionó el
liquido hidratante sin considerar las contadas provisiones que poseía. Se
relajó unos minutos y reanudó su recorrido, y al cabo de unos minutos entre
miradas al rededor de tristeza, vio el conjunto habitacional Multifamiliar
destruido, vio la calle destruida, abierta dejando ver el drenaje, letreros y
espectaculares caídos y más cerros desechos. Y del otro lado de la calle,
corriendo a lado contrario a él, una chica. Vestía pantalón de mezclilla
pegado, una camisa de tirantes roja y unos tenis. Era cabello castaño oscuro,
de ojos verdes, de nariz chica y algo baja de estatura, y aparte, unas cuantas
manchas de sangre en su cuerpo y ropa resaltaron.
Los pies de
Alexan no se detuvieron, pero su cabeza y ojos se mantuvieron fijos en aquella
chica.
—Sin duda... —pensó—. No hay error, es... ella... Jimena.
Fue como si la vida se hubiese alentado para Alexan,
no podía creer que ella, que justamente ella estuviera ahí en ese momento. Así
que haciendo un lado su objetivo cruzó la calle sin mirar a los lados para
acercarse a hablarle.
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