30 sept 2013

A Otaku Tale [A.O.T.] Capítulo 6 -El ganador es...-

A.O.T

A Otaku Tale

Escrito por:
Andrés Lechuga H.


Capítulo 6:
[El ganador es...]

Les apuntaron con armas, mientras que otros se acercaron para azotarlos contra el suelo y esposarlos.
—¡Al parecer estos son los que han estado causando desastre desde la mañana! —declaró un oficial.
—Si es así... —dijo otro—. Estarán un largo periodo encerrados, mocosos.
Suzuke y Kei se miraron a los ojos (ay, que jotos), diciéndose sin hablar, quien iba ser quien actuaría primero para escapar de los policías, entonces Suzuke giñó un ojo avisando que él se encargaría de empezar. Los subieron a la patrulla para dirigirse al C4.
—¡Nos están atrasando! —pensó Kei—. Apresúrate, Suzuke...
—¡Ustedes! —dijo Suzuke a un oficial.
Los cuatro que iban con ellos en la cajuela voltearon.
—¡Ustedes cuatro! —gritó—. ¿No les han dicho lo homosexuales que se miran al ser policías? Con esos uniformes tan pegaditos y al sostener armas largas todo el...
En ese instante uno de ellos estuvo por noquear a Suzuke, pero este lo esquivo haciendo que se estrellará en el parabrisas trasero.
—¡Aquí! —pensó—. ¡Sharingan! —gritó.
Los ojos de Suzuke cambiaron de cafés a rojos con algunos puntos negros en la iris, y... Bueno, todos saben que es el sharingan, continuemos. Los policías cayeron desmayados. El que se estrelló en la ventana logró salir con ayuda de sus colegas de dentro del auto. Entonces Suzuke rompió sus esposas y estrelló la cabeza del oficial contra el metal de la cajuela dejándolo noqueado. Kei igual se liberó.
—Bien, creo que podremos seguir —le dijo a Suzuke.
—Sí, es hora de...
Kei velozmente colocó sus manos alrededor de su frente, abrió las palmas, sonrió malvadamente y gritó fuertemente.
—¡Taiyoken!
Un destello incandescente cegó a todos en un radio de quinientos metros.
—¡Kei, hijo de puta! —exclamó mientras se tallaba los ojos.
Salió huyendo dejando a Suzuke ciego y en peligro de morir debido al conductor de la troca que claro, también estaba cegado por el momento, pero logró esforzar su vista para librarse, ignoró que se encontraba a punto de volcar, así que simplemente saltó fuera de la cajuela y entre tanto carro parado e abrió paso para continuar.
Kei ya estaba por llegar a la Coca-Cola cuando Suzuke lo vio, aceleró y como jugador de beisbol, se barrió para tumbar a Kei y continuar.
—Hahaha, seguro ese idiota de Suzuke se... ¡Óyeme estúpido! —gritó furioso.
—¡Claro que te oigo! —rió—. Escucho que perderás... ¡Hasta nunca, pendejo!
Suzuke pasó la Secundaria Técnica #3.
—¡Esta carrera es mía! —rió alegre.
Entonces Kei, se levantó con esfuerzo del asfalto.
—Esto se está saliendo de las manos... —pensó.
A lo lejos escuchó venir una motocicleta, calculó el tiempo exacto mediante el sonido de cuando se cruzaría con él, entonces  en un veloz movimiento empujó al motociclista rompiéndole huesos, para tomar su vehículo y seguir.
Suzuke avanzó, pero se detuvo porque de reojo vio al Conalep al fondo en un cerro.
—Ah, mejor le hago un favor a la ciudad... —se dijo disgustado.
Alzó su mano y disparó una bola de energía haciendo estallar la escuela, después reanudó el paso.
El mismo ruido de la moto llamó la atención de Suzuke, pero para cuando volteo, Kei le golpeó en la nuca dejándolo sin conocimiento.
—No... demonios... —pensó Suzuke.
—¡El ganador soy yo! —se dijo.
A los dos minutos el ruido de ambulancias y bomberas despertó a Suzuke.
—Ah, que bien dormí... ¡No espera, estoy a la mitad de la carrera, mierda! —gritó.
En madriza se levantó y aceleró provocando ventiscas huracanadas; mientras a Kei se le había acabado el combustible de la moto en la entrada de Villa Sonora.
—Nah, no me chingues... —dijo—. ¡Arranca, vamos! Bueno, no le estaré rogando.
Dejo abandonado el vehículo, de todas formas ya estaba cerca de la meta.
Kei pasó los hoteles con rapidez y sencillez.
—Soy el ganador, no hay duda alguna...
Y justo a la altura de la UVM, Suzuke apareció en silencio, toma a Kei del brazo derecho y lo lanza al cielo.
—Eh, no mames, ¿qué pedo? —se sorprendió.
Pero Kei no cayó, se mantuvo en el aire.
—¡Oye, habíamos acordado hace tiempo que no volaríamos! —lo señaló.
—Tú lo dijiste cuando me golpeaste cerca de la Chamberlain, nunca pusimos reglas...
Suzuke se enojó, entonces también levitó en el aire.
Una batalla aérea comenzó, se daban golpes en el rostro, estomago, huevos, codazos, rodillazos, abrazos (ay, que lindos) y demás.
—¡Mira, papá, están volando! —dijo y señaló una niña de cinco años desde un auto que iba pasando.
—No, mi princesa, la gente no puede... —se quedó paralizado al verlos.
—¿Papá?
—¡No mames que chingón! —exclamó el papá.
El señor se bajó del carro para empezar a tomar vídeo.
—¡Papá! ¿qué estás haciendo? ¡Hay que llevar a mi abuelita al hospital, se está muriendo!
—¡Veo un túnel! ¿Zapata, eres tú? —dijo la abuela retorciéndose en el asiento trasero.
Entonces Suzuke se percató de que los grababan y cuando tuvo chance, destruyó el celular del tipo con una pequeña bola de energía, pero Kei lo aprovecho para intentar lanzar a Suzuke lejos, pero este se agarró de Kei, los dos giraron y de un empujón se separaron. Se miraron por unos segundos entonces volaron hacia la meta.
—¡Eso acaba aquí, Suzuke, yo ganaré! —le gritó.
—¡Eso es lo que tú crees, perra! —gritó.
Suzuke puso sus manos al frente mientras mantenía el vuelo, las junto y después las hizo un lado posicionándolas de cierta manera, Kei al verlo, hizo lo mismo.
—Kame... Hame.. —dijo Suzuke casi susurrando.
—Kame... Hame... —repitió Kei. (Che, copión).
—¡Ha! —gritaron los dos al mismo tiempo.
Chocaron sus energías causando un temblor momentáneo en la ciudad. La ventaja la tenía Kei, luego Suzuke, luego Kei, después Suzuke y así sucesivamente, hasta que se riñó la cosa. Iban al par, iguales. Y después de varios minutos así, las energía explotaron disparándolos a la misma dirección, polvo y humo surgió a razón del estallido y del choque. (Siente el choque... Choque, choque... Bueno no, sigamos).
—Pero que mierda... —dijo Kei.
—¿Qué ha pasado...? —preguntó Suzuke.
El polvo comenzó a dispersarse, y ambos apreciaron que estaban del otro lado del letrero que decia "Estas saliendo de Nogales, ¡buen viaje! Tu familia te espera".
En ese instante ambos se levantaron de alegría del suelo, hasta lo madreado se les quitó.
—¡He ganado! —exclamaron al mismo tiempo.
—¡No es verdad, yo lo hice!
—¡Que yo lo hice, maldita sea! —se gritaron.

¿Quién habrá ganado en verdad? ¿Cómo es que estos vatos tienen tanto poder mamón?
¿Qué pasará con la abuelita enferma? ¿Nuestros héroes terminarán en el Reclusorio por tanto desmadre? ¿Quién es Zapata?

Todas esas preguntas con respuesta (otras no) y más en el próximo capítulo de... A Otaku Tale.
Próximo capítulo: Perdidos.

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