15 sept 2013

Apocalipsis en la Ciudad de los Nogales [ACN] -Capítulo 2-

Apocalipsis en la Ciudad de los Nogales
Escrito por:
Andrew Latuk

Capítulo II
Algunas horas antes.

En una habitación secreta del Palacio Máximo de Corea del Norte; decorada con mapas, computadoras de ultima tecnología, con cables guardados en tubos en el techo, y con un detalle peculiar, estatuillas de águilas sin cabeza se repetían por toda la extensión del lugar.
En una mesa redonda, llena de papeles, mapas, carpetas, plumas y algunas lujosas bebidas lujosas, yacían reunidos líderes mundiales, personas influyentes; primeros ministros y presidentes. Cada uno con sus respectivos guardaespaldas y traductores.
Y desde el fondo del pasillo apareció él; dictador Kim Jong-un, escoltado por dos mujeres con rifles y un traductor conocedor de variadas lenguas, las necesarias para hacerle entender  todo.
안녕하세요!지연에 대한 미안 해요. 나는 그들이 모두 여기에 있다고 갑자기 광범위하고 다양한 아침 식사를 즐기고 있었다.
그래서 나는 빨리 음식을 먹은 나는 여기까지 달려.
자신의 땅에서의 여행은 어땠어? (¡Buenos días! Disculpen la demora. Me encontraba disfrutando de mi extenso y variado desayuno cuando de pronto me avisaron que ya estaban todos aquí. Así que velozmente terminé de ingerir mis alimentos y me apresuré a bajar hasta aquí.
¿Qué tal el viaje desde sus lejanas tierras?).
—Good morning! —habló el traductor de Kim—. Sorry for the delay. I was enjoying my extensive and varied breakfast when suddenly was noticed that they were all here. So I quickly finished eating my food and I rushed down here. How was the journey from their distant lands?
Entonces Vladimir Putin, alzó la mano para tomar la palabra.
—Creo que no es necesario todo esto, viendo que todos podemos hablar la misma lengua. No será problema comunicarnos sin traductor, ¿no creen? —sugirió.
—Me parece perfecto —dijo Xi Jinping, presidente de China.
—No pasa nada —expresó Hassan Rouhani, presidente de Irán.
—De acuerdo —confirmó Nuri al-Maliki, primer ministro de Irak.
—Bien... —dijo seriamente François Hollande, presidente de Francia.
—Da igual —sin mirar a nadie expresó, Mamnoon Hussain, presidente de Pakistan.
—No hay problema... —indiferente dijo Manmohan Singh, primer ministro de India.
—Bien, no veo porqué no... —se extendió Shimon Peres, presidente de Israel.
—Como sea, está bien... —dijo al final David Cameron, primer ministro del Reino Unido.
—Entonces, sin más que discutir, ¡iniciemos compañeros! —alborotó Kim—. ¡Discutiendo la Operación AAC!
Los representantes de cada país rieron gustosos en lo que Kim tomaba asiento.
—Parece que esta será la última reunión, ¿no es así? —dijo Nuri aun con una sonrisa.
—Así es, después de esto, Estados Unidos... ¡será borrado del mapa para siempre! —rió Xi.
—Deberíamos apresurarnos entonces —preocupó François—,  si alguien nos ve aquí a todos nosotros juntos, podrían sospechar que algo importante está pasando, ¿qué diría la prensa?
—Por la prensa no se preocupen —consoló Kim—. Aquí son contadas las personas que poseen armas de comunicación masiva, y nuestra prensa está controlada al cien por ciento, además sólo existe internet en el Palacio Máximo, no se preocupen. Relájense y beban algunas copas, adelante.
Tequila, whiskey, ron, vino y vodka de altísima calidad se servían en aquella reunión; marcas de lujo nunca antes vistas, el material de las botellas valía más que cualquier diamante jamás tallado, y el sabor exquisito hacía valer mucho el precio que se pagaba por aquel suculento manjar liquido.
—En todo caso —David tomó la palabra—, el primer problema sería que se dieran cuenta que salimos del país.
—Pienso, que sería más al país que salimos a visitar... —expresó Mamnoon.
—Pero, si mal no recuerdo —dijo Hassan—. Desde hace un tiempo ya, todos solicitamos este día libre, ¿cuál es el problema entonces? —relajado tomó un trago.
—Así fue con todos—confirmó Shimon—,  informaron a través de nuestra red de codificación secreta la aprobación para este día de descanso.
—De hecho, y fue con doble confirmación por si acaso... —recordó Manmohan.
—Ya recalcado eso —Putin bebió un poco—, ¿esta misma tarde será?
—Así es —sonrió Kim—, mis tropas ya se deben estar reuniendo a las afueras de este edificio para dar comienzo al final del Imperio del Mal que tanto odiamos todos nosotros —se emocionó.
Risas sobrevolaron una vez más.
—Ese Obama, aun no cree que de verdad pasará, ¿cierto? —rió Hassan con fuerza.
—Correcto —juntó sus manos Kim—. Y la polémica en internet, más que hacer burla hacia mí persona y país, simplemente ayuda más a la falsedad del asunto. Lo que dejará al mundo completamente sorprendido, sobre todo, ¡a la morena águila calva que tanto queremos borrar de la faz de la tierra! —golpeó la mesa.
Todos aplaudieron con sonrisas maquiavélicas.
—¡Me encanta tu entusiasmo, Kim! —halagó Xi.
—¡A mí por igual! —dijo David mientras encendía un cigarrillo—. Me hace querer apretar el botón justo en este momento.
—Me da gusto en verdad —se alegró Kim.
—Habrá que mantener ese entusiasmo hasta que lleguemos a nuestras respectivas oficinas, será entonces cuando lanzaremos el arma final... —dijo Putin.
—Así es, colega Putin —Nuri alzó su copa indicándole salud al mandante ruso—. ¿Torres petroleras serán primero, no?
—Tejas —explicó Shimon—, otras secciones del país, y los contados posos que tienen en el Golfo de México.
—Después la estatua de la libertad... —mencionó Hassan.
—La Casa Blanca... —dijo Kim.
—Pentágono... —nombró François—. La CIA, la NSA, el FBI...
—¡Y después bombardeos aleatorios a todo el maldito país! —se alzó Hassan.
—¡Un aplauso por esta bella operación! —sugirió Kim.
—¡Viva la Operación AAC! —se alborotó ya medio ebrio David.
—¡Asesinato del Águila Calva! —elevó la voz Shimon.

[¡Corte informativo!] -Para tu supervivencia en el apocalipsis-.
No se recomienda mantenerse mucho tiempo fuera de casa. La radiación no tardará en llegar hasta donde te encuentras tú. Y de alguna forma, también, se recomienda que consigas una mascara de gas para evitar la inhalación de gases tóxicos.

—¡Entonces al dar el primer lanzamiento, ustedes me seguirán, compañeros! —exclamó Kim.
Alzaron todos las copas entonces, y entre risas, tragos, fumadas y aplausos la reunión finalizó, cada mandatario regresó a su respectivo país a esperar.
Horas más tarde, ayudantes de Kim le entregaron un maletín muy particular; era plateado y de material muy pesado y resistente.
Lo abrió, y se reveló un botón rojo protegido con colchones oscuros pequeños dentro.
Y desde su oficina se alocó.
—Es tu final... Águila Calva...
Toda la fuerza de su palma dejo caer sobre el pobre botón rojizo.
En la capital tembló por unos segundos; el dictador se giró de espaldas mirando hacia la ventana, apreciando el bello misil bélico alejándose de la vista del coreano país.
—Vamos al cuartel subterráneo, ahí están los demás... —le dijo a sus dos escoltas.
Él y sus dos féminas sin emoción alguna en su rostro salieron de la oficina.
Regresaron a donde fue la alegre reunión en compañía de los líderes mundiales de armamento nuclear.
Se sentó entonces frente  a un computador enorme con varias pantallas, ahí el mapa mundial cubrió todas. Se enfocó sólo en Estados Unidos, ya esta se dio espació entre estas; y de manera veloz lanzó misiles de manera aleatoria a distintos puntos cualquiera del gabacho país.
Ya que se tranquilizó, encendió su televisor con satélite en la espera de las noticias sobre su ataque.
Entonces los minutos pasaron, y en la ciudad donde nada fuera de lo normal sucedía, un chico, Alexan, salió temeroso de su casa rumbo a una pequeña y vieja casa de pertenencia de su tía paterna, donde guardaban muchas cosas viejas, pero en el mismo terreno sin salir fuera del portón de su casa.
Abrió nervioso el resistente candado, abrió la puerta, entró y cerró.
Aun no estaba del todo claro para él; le faltaba el aire y sudaba mucho, a su cerebro le faltaba asimilar bien la situación.
Sin estar muy consiente tomó un machete y una empolvada mochila; y después de revisar si podía tomar algo más de ahí se dispuso a cerrar bien aquella vieja casa, varias veces se aseguró abriendo y cerrando el candado. Y ya asegurado pero no del todo, corrió de regreso a su casa, le quitó la llave y entró. Agarró un desgastado bate de beisbol, desempolvó la mochila y la llenó de bebidas embotelladas, medicinas, comida enlatada y el abre latas claro. Se la puso en la espalda; amarró el machete y el bate a su cintura y miró hacia la puerta. Sin estar convencido aún, con miedo, angustia y depresión, sobre esforzándose ordenó a su pie moverse, a su mano abrir las dos puertas, una de madera y la otra de fierro, y a la otra mano cerrar bajo llave la casa.
Y todavía con un doble esfuerzo, para no hacer ruido en su barrio, brincó la barda de su casa en lugar del portón y así evitar la tensión.
Miró alrededor, inhaló y exhaló varias veces para relajarse y apreció el oscuro cielo rojizo que se presentaba ese apocalíptico día.
—Ya qué... Ni siquiera sé cuando tomé todo esto, apenas estoy dándome cuenta de en donde estoy parado... —se dijo conformado. 
Dio un par de brincos para despertarse y unas cachetadas bien fuertes por si acaso, y salió corriendo rumbo a la ruta más rápida, el periférico de Nogales para llegar a la Avenida los Maestros, en donde vivía la novia de su mejor amigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario